domingo, 1 de noviembre de 2009

CCCLXIV: Silencio

A veces, cuando hasta los troncos se agrietan y el débil grita su verdad, el silencio es la mejor acción. La acción de preservarse y saberse irreprochable. En la cresta de la ola, navegándola, viviéndola como de costumbre y sin poder olvidarla, lo mejor es coser los labios con el cordín de la pasividad. El silencio que da el tiempo justo para una inhalación precisa y profunda, previa a un grito desgarrador. Ese que se sabe real, más que la palabra justa en el momento justo. Ese que duele y cuesta, ese que, callado, me pide dejarlo ser. La introspección y el análisis, el dolor, la incertidumbre. Mejor callar, mejor soñar.

2 comentarios:

El Gato dijo...

"a veces cuando pienso que todo está perdido voy hacia alguna de las formas de la muerte... me pego un tiro con una palabra que alguna vez me fue tan transparente..."

Mauro Fernández dijo...

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio...