sábado, 24 de diciembre de 2011

Las otras navidades


Si el infierno tiene sucursales, está claro que el Alto Palermo un 23 de diciembre, último día hábil pre-navideño y en el preludio de la “Noche de los Shoppings”, es la más concurrida y fiel a lo que éste será por ahí abajo.

Como en un clericó preparado para acompañar el pan dulce y los mantecoles, gente de todas edades, estratos, colores y presupuestos, compraban a último momento, faltos de previsión o de tiempo, algo para sus seres queridos que ni se imaginan la locura a la que han sometido a los suyos.

Esos seres rojitos, medio enanos pero crecidos por magia del shopping, que interpretaban loas navideñas, villancicos y otras canciones, cada tanto metían un vuvucelazo ensordecedor y gritaban por un megáfono que comenzaba el 30% de descuento en Rapsodia. Se desataba la locura. Me sentía en “Mi pobre angelito”, no sé por qué, pero algo me llevó a sentir extra o protagonista de una película hollywoodense. “¡Tres, dos, uno… Nos vamos de Rapsodia!”, y seguían “¡Ahora el 25% en Etiqueta Negra! Vengan los hombres; vamos que hay 25% de descuento para todos ahora en Etiqueta…”. Pánico y locura en Palermo.

Todo giraba, ya de Hollywood pasaba a estar inmerso en una de Kubrick, los sonidos me aturdían, las luces me encandilaban, la gente me enervaba. Es sorprendente lo que la imitación de costumbres anglosajonas, las peores, pueden traernos a estas tierras; pero ojo, todo endosado por el Gobierno Nacional y sus feriados del consumo eterno. “Para consumir hay que tener tiempo”, me susurran al oído, y claro que es así. Nada de viajes, nada de días libres, nada de terminar el libro que habíamos comenzado y el trajín de la rutina no nos dejaba terminar; no no, es fe-ria-do, ¡a com-prar!

Ese tipo de gente, la gente de shopping, es extrañísima. Me recordó un poco a Londres y otro poco al Mercado Central. Somos una mezcla divina de torpe estilo exhibicionista con berretada de Narciso. Gente que parecía recién bajada del escenario, otros a punto de subir, muchos que tendrían –seguro– sus asistentes de vestuario, sus personal-trainers, sus vidas tan imperfectas como todas, aunque mucho más lindas; y hasta algún que otro empleado más para mantener toda la vidriera a tono. Entre este menjunje amorfo no puedo identificar figura alguna que se destaque, no tengo historia que contarles, más que mi generalista impresión de la masa idiotizada y lista para el show en la vidriera al estima del prójimo, tan objeto-comprador como objeto-comprado.

Salgo, media cuadra hasta la esquina y miro. Empiezan a aparecer otras navidades.

Junto al cesto de basura de Coronel Díaz y Santa Fe, un hombre vestido sólo con una bolsa de residuos negra, a modo de túnica real, barba larga y prolijo cabello negro, saca un vaso con restos de Coca-Cola, huele y mezcla con el resto de café Starbucks que tenía en la otra mano y que habría encontrado hace instantes en algún cesto anterior.

Para algunos, "Papá Noel" se fue de vacaciones
Se ve espléndido; como muchos de ustedes, culpables como yo, se verán esta noche al lado del árbol y sus regalos, del pesebre y el nacimiento de la esperanza. Ingiere ese cóctel letal, suicida, y sonríe como si hubiese encontrado la fórmula perfecta entre el Latte y la Coca. Se siente observado, camina entre la gente y viene atrás mío. Repite la búsqueda pero esta vez no encuentra nada. Sigue su marcha. Creo que él no era el hijo de Dios, no me tomé el tiempo para preguntarle.

En la otra cuadra, una pequeña librería me llama la atención. Entro. “Montoneros: la soberbia armada” me pega un grito y me dice que es un gran regalo de navidad para mí mismo. Pienso dos veces cuánto me va a costar conocer la versión de Giussani –Pablo; al respecto, ¿alguien sabe si es el padre de Laura, o algún familiar?– al respecto de un pasado tan vigente como pocos, aunque es tan sólo una trampa de la razón para demorar algo que indefectiblemente iba a ocurrir.

Mientras espero que otros hombres compren sus libros, veo paradito, ahí como si nadie lo notara, perdido entre las montañas de otras historias, el libro de Jon Krakauer que siempre había querido conseguir: “Hacia rutas salvajes”. Sí, dos meses de la vida de Chris McCandless hechos papel, minuciosa investigación periodística convertida en novela y absolutamente apasionada sobre un destino tan mortal como el resto, pero con una búsqueda que lo hace único. Lo agarro, pregunto el precio de ambos –¿por qué?– y los llevo. El hombre de al lado apenas susurra “qué buen libro”, cuando la novela de Krakauer se le asoma, y me da otro vendaval de aire fresco, otra Sudestada lejos ya del Katrina yankee de hace dos cuadras. 

La empleada le pregunta: “¿Usted es Mauro Fernández?”, a lo que interrumpo y doy la negativa, afirmando que ése soy yo. Dos segundos después, pensé en las trampas del destino y en mi inequívoca respuesta, como si Fernández fuese un apellido poco común y Mauro “mí” nombre y de nadie más. Le comento esto a mi compañero de fila, ríe, asiente, y emula un encuentro de tocayos absolutos. Le dan los libros al Mauro Fernández que no soy yo –ni él–, y al mismo tiempo que da la media vuelta de regreso a Santa Fe, me dice: “Chau, Mauro. Feliz Navidad”. Feliz del encuentro, compro uno más, ahora de Walsh, “El violento oficio de escribir”, esta vez para regalar, y dejo ese salón de bellos encuentros en la memoria.

Ya en la calle, y ya entrada la noche, me encuentro cada tanto con aquel yo que no soy yo y nos ignoramos, como por regla matemática, sabiendo que todo estaba ya dicho; cualquier otra palabra arruinaría la nada que habíamos construído. 

Me siento en la puerta de otra librería, en la cuadra siguiente –a tres de la mejor sucursal del averno que ya para estos tiempos habría recibido centenares de nuevos fieles–, y empiezo a leer la historia tantas veces vista de McCandless –ese nombre que me remite siempre a vela apagada, a luz extinta, a Candle-less–.

Apenas en la página 16, un muchacho interrumpe mi lectura y me saluda, pidiendo perdón por lo primero. “¿Qué estás leyendo?”, pregunta mientras se pone en cuclillas al lado mío. Cierro el libro y le muestro la tapa, mudo y expectante, con cierto desdén aburguesado a la espera del pedido de plata, un pucho, o la oferta de vender algún ácido extraño. Nada de eso ocurrirá.

El muchacho, un pibe como vos o como yo, luego de buscar un rato en su bolso, saca una hoja de papel escrita y pregunta si puede regalarme una historia. “Sí, claro”, le digo ya con los ojos iluminados y declarándome culpable por las nubes sobre mis sentimientos. “Bueno, muchas gracias, ¿fuego no tenés, no?”, pregunta. “No, no fumo, disculpá”, respondo, y me extiende la mano para saludarme. Le agradezco nuevamente, y le pregunto su nombre. “Alejandro”, sin precisar nada y vuelve a intentar perderse entre la multitud. Lo interrumpo: “¿No tenés algún lugar donde pueda encontrar más escritos tuyos, o algo? Algo en internet, no sé…”. Alejandro responde, tan preciso como la muerte: “No, por ahora nada, pero capaz algún día me haga un Facebook o algo; Alejandro Benítez es mi nombre, por si algún día me lo hago”, con el mismo vicio que yo de pensar que sólo hay un Alejandro Benítez sobre la faz de la tierra o del Facebook, que a esta altura, ya casi es lo mismo.

Así Alejandro se perdía y me dejaba ahí con su historia llena de amor, de abrazos, de ganas de encontrar, de lástima de no saber, y de robarle una sonrisa al destinatario de sus palabras, bajo el título a modo de carta, “cómo escribirle al vino”. Un enigmático número ocho se imprime en los márgenes izquierdos, superior e inferior. Un disparo al corazón que estalla dentro mío como bomba de racimo, pero con plumas y cantares, con otros aires, con buenos aires y tantos otros no-lugares. Me dejó maravillado y tuve que dejar ahí las páginas de Krakauer que retomaría recién hoy, para seguir sorprendiéndome con lo que Sean Penn no contó en su película.

Volví en el 39, pensando absorto en todas las navidades que andan por ahí vagando sin que uno se dé cuenta. Ví una de estrés pre-traumático a los gritos y corridas en el shopping que fue calvario, una de soledades y bebidas que ni asoman a la sidra Real que muchos hoy despreciaremos, una de encuentros, sonrisas y tocayeces, y una más del regalo más lindo que tiene la navidad: lo inesperado, el tiempo y la tinta, el animarse, el “disculpá que te interrumpa”, y la incógnita de un Benítez que ni aunque se haga el Facebook volveré a encontrar. Y mientras escribía estas reflexiones, me encuentro con una más; con una compañera de La Rioja, integrante “líder” de las listas negras de las mineras más poderosas que operan en el país –literalmente, aunque resulte increíble–, que actualizaba su estado de Facebook con las siguientes palabras:

“Estaba pensando que las Fiestas se convierten en momentos de estrés cuando el centro de atención lo depositamos en la comida, los regalos, o en tener que compartir con gente con la que no tenemos ganas de hacerlo. Sería bueno disfrutarlas haciendo lo que nos gusta y no lo que nos imponen por costumbre!! Declararse vivo, tiene que ver con sacarnos las máscaras y ser auténticos aunque a los demás no les guste!!! Salud para todos y atrevámonos a buscar día a día la felicidad!!!!!! La VIDA espera por nosotros!!!”

Te tomo prestada las palabras, Carina, y me voy a vivir mi navidad, a conciencia de todas esas otras, mucho más lindas, mucho más frías, mucho más hipócritas, mucho más reales, o mucho más lo que sea. Sean felices, y si el pie del árbol no les tiene preparada ninguna sorpresa, reciban un abrazo cálido desde este punto del mundo que, por insignificante e increíble que parezca, ustedes ya me lo han dado por el simple hecho de existir.

jueves, 27 de octubre de 2011

Elección a distancia | 5/5

Viene de acá.
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El 50% que votó a Cristina en las primarias siente sentirlo, y muchos lo sienten realmente. A muchos les dio mucho y defienden el primer 50% de mi conversación conmigo mismo, y con Antonio y su familia. Otros le tiran a matar y se quedan con el 50% final, con la “corrupción estructural”, con las 22 propiedades que acumularon Néstor y Cristina en poco tiempo en Gallegos, con su discurso “soberbio”, con que le “regalan” cosas a los “vagos” para que los voten, entre otros encomillados más y/o menos degradantes.

Yo no sé si alguno tiene razón. Yo tengo las mías, pero no tanto estructurales. Prefiero la no-doctrina, siempre la preferí, que no me digan lo que tengo que hacer, no comprar paquetes que vienen con mierda en lugar de chocolate y la comemos igual porque el paquete reza Milka -y el paquete se convierte en nosotros-. Así elijo ver medidas, concretas y empíricas. Entender la ‘big picture’, cómo viene a significar ese panorama general, pero no matarlo ni defenderlo en su totalidad. Contribuir para mejorarlo, siempre que pueda. Incentivarlos a que trabajen para hacerlo. Sembrar semillas de duda en sus almas para que salgan a buscar respuestas. Para que amen u odien, pero sientan la revolución gestándose adentro suyo, esa llama que sabe que la única forma de lograr ese “mundo mejor”, es rebelándonos a adoptar doctrinas ajenas y conocidas.

La realidad nos muestra un siglo XXI con un progreso salvaje desplegado por Europa, y un hambre de diamante en la extensión del continente africano. Hambre. 2011 y la gente sigue pasando hambre. Eso es la prueba irrefutable de que todo está como la mierda, que la política no nos llevó a ningún lado, que la mejora “gradual” se caga en los muertos de sed y de hambre, en los analfabetos del mundo y del sabor de un racimo de uvas. Lo posible ya demostró su fracaso. Inventémonos el mundo que queremos y hagámoslo realidad.

Antonio rebota su cabeza lentamente, asiente y mira a su hija. Él sabe que el futuro está allí y su mundo se reduce a tres mientras el mío se abre a millones. Todos futuros y presentes ciertos, caminos complementarios mientras la vida te acompaña en el viaje, a veces de la mano y a veces dándote la espalda. Sonreímos y nos deseamos suerte (suerte, en serio). De su camino ni un rastro queda, tampoco del mío. Dos estelas se esfumaron en el instante del adiós y esta despedida fue una anestesia sin dolor.

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Esta historia es publicada en cinco "capítulos". 
Ver Capítulo 1/5.
Capítulo 5/5


miércoles, 26 de octubre de 2011

Elección a distancia | 4/5


Ante todo, pido disculpas a quienes me putearon con justa razón por no haber tenido constancia en publicar el final de este relato. Las vacaciones, la falta de conectividad y también de tiempo para programar las entradas, hicieron imposible subir el final de la historia a tiempo. Por otro lado, me repudio a mí mismo por haber dejado inconclusa una posición ambigua al respecto de un evento con fecha concreta -como es una elección nacional-, con sólo una parte de la historia publicada hasta entonces. Puede parecer vacío, sin objeto, pero aquí está este otro yo que fue censurado a tiempo.

Viene de acá.
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El extractivismo. Ese es el modelo. Que nos roben. Que nos cojan y se vayan, y perdamos una virginidad que no podremos recuperar jamás. Regalamos la Cordillera a las mineras transnacionales, y estos caudillos nucleados con los CEO más asquerosos como Peter Munk –el amigo de Khashoggi, el traficante involucrado en la operación Irán-Contras, Bush padre, y Aznar, ambos asesores de su compañía, Barrick Gold, la primera minera de oro del mundo-, garantizan estructuras para seguir vendiendo nuestro país, por no decir regalándolo, con el Pacto de Salta.

CFK con Peter Munk, CEO de Barrick en Canadá
Banderas: Argentina, Canadá y Barrick Gold

Acuerdos hidrocarburíferos firmados en New York con magnates universales que ponen su moneda en Argentina para que sigamos secándonos las venas y ellos se lleven los provechos.
                                                                                     
El litoral y el NOA para la expansión bruta y torpe de la frontera agropecuaria, para cultivar el país entero con soja transgénica inutilizando suelos y corriendo comunidades originarias de sus casas de toda la vida, en pleno monte. Regalando hectáreas, a monedas para empresarios locales y extranjeros –no compro el chamuyo de que la Ley de Tierras va a frenar esta expansión, va a dejar la plata en manos de empresarios sin frontera, pero anotados, años atrás, antes de leer a Maquiavelo y Adam Smith, en Argentina-.

Y ahí, el costado más horrible de la humanidad: otro genocidio, el de los pueblos originarios. En Formosa con Gildo Insfrán a la cabeza, en Tucumán, en el NOA y el NEA los habitantes nativos de nuestra gran Patria latinoamericana, son silenciados, asesinados cuando reclaman por sus tierras, corridos, perseguidos.

Recuerdo de las víctimas de la Comunidad Qom La Primavera
Antonio me mira raro, no entiende nada y sigue casi sin atinar palabra. Le digo que sí, que entiendo su desconcierto y que su móvil es lo mismo que me hace vivir discutiendo –con el otro, conmigo mismo-, por intentar mantener una independencia absoluta que sólo se responde a sí misma, a sus valores éticos, a su noción de emancipación, libertad y futuro. A la confianza en un mundo mejor sin acostumbramientos, sin “es lo que hay”, sin defender una democracia que vota con estrategia política en lugar de votar con el corazón.

La flaca se había aburrido, Clara y Antonio se interesaron, pero yo me interesé más, porque me oí hablando de mi país a 11.500km de distancia, con unas elecciones por venir, con un futuro por definirse –aunque tan tradicionalmente como siempre-, y del cual me pierdo su gesta. Pero me descubro hablando y discutiendo conmigo mismo en una misma charla de almuerzo irlandés, con los habitantes de la tierra que nos invadió primero y nos inmigró después, dándonos una fuerza productiva indispensable para salir adelante; y me sorprendo. Me alegro y antes de abandonarme y de comenzar a hablarnos de a qué hora cerraba la fábrica de Guinness, y si lo interesante que había estado el tour, me adiviné un mapa vernáculo a modo de conclusión.

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Esta historia es publicada en cinco "capítulos". 
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Capítulo 4/5

jueves, 13 de octubre de 2011

Elección a distancia | 3/5


Viene de acá.
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La batalla por los Derechos Humanos olvidados en los setenta. Juicios, algunos mal hechos, encarcelamientos prematuros sin conocer causas –no todo milico fue un hijo de puta, como no todo monto fue un utópico ético y férreo defensor de los intereses nacionales-; pero sí, un atisbo de justicia y de derechos humanos que parecía haber quedado perdido en un pasado lamentable. Heridas comenzaban a cerrar. Ley de Salud Mental, Ley de Matrimonio Igualitario, leyes. No todo fueron decretos como se empeñan a decir algunos. Leyes, y de las importantes. Si no te parecen trascendentales, no estarás muy loco ni serás tan puto.

Bendinni baja el cuadro de Videla, por orden de Kirchner.

La batalla al campo. Era necesario entender la necesidad de no favorecer sólo a un sector que era de los más beneficiados en la exportación agrícola y aumentar sus retenciones para beneficiar al país entero, poniendo así, casi sin querer, una traba a la expansión de la frontera agropecuaria. 125 en el Parlamento, cacerolas en las esquinas más conchetas. Empate sobre la hora. El vicepresidente y su traición: el radicalismo dice “no positivo”. ¿Batalla perdida? El tema se instaló.

La batalla a las corporaciones. La re-estatización de Aerolíneas Argentinas, de las AFJP, las prepagas, una fortificación del Estado absoluta. El Fútbol para todos, llevando el deporte popular a la televisión de todos los argentinos -y siendo el gobierno de turno su único auspiciante, claro está-. La asignación universal por hijo, el intento de dar al que no tiene nada, al menos, para que cubra parte de sus necesidades básicas.

Afiches vestían Buenos Aires contra la empresa de Noble.
La batalla a Clarín. El mejor ejemplo para entender la noción de “monopolio”. Estrategia pura. Ley de Medios -no hay Cobos de por medio, esta sí sale- con amparos presentados y vigentes hasta hoy. Todos hablan de “monopolio”, de diversidad de información. No podés creerle a Spolsky ni a Magnetto, no sabés qué leer, pero al menos sabés qué no hay que leer, y no comprás sin cuestionar. Las ventas de Clarín bajan notablemente, y siguen camino al suelo -o al infierno, a reencontrarse con viejos amigos-.

La batalla por Latinoamérica. El impulso de Néstor Kirchner para la formación de la UNASUR, y su presidencia durante el primer período de ésta, hasta su muerte el 27 de octubre de 2010. Una Ley de Tierras que pretende preservar nuestros recursos de la dilapidación en manos extranjeras –no los protege, sólo los deja en pocas manos, más cercanas, pero se celebra un avance hacia la nacionalización de los recursos-.

Batallas, batallas y más batallas. Hasta volvemos a entrar en la batalla contra el Reino Unido, para que nos devuelvan unas Malvinas que territorialmente son nuestras, que fueron saqueadas, pero que si vuelven, no hablaríamos ya de Democracia sino de gobernabilidad feudo-territorial  –sino pregúntenles a los kelpers, como dice un conservativo y reacio Cameron-. 

Se leen mal esas batallas, muchas veces hacen mal –nos hacen mal-, pero muchas otras son necesarias tomas de conciencia para llevar temas clave para la evolución de este territorio preso de sus fronteras a la boca de todos, a la mesa de doña Rosa. Al escritorio de Antonio en la multinacional que me invento que trabaja.

Frondizi y Castro pasada la reunión con Guevara en 1961.
Recuperación industrial, construcción de viviendas en el interior, recuperación del “orgullo” nacionalista berreta que sabemos que no conduce a ningún lado, pero a los argentinos nos encanta. El de ponernos la diez en la espalda, sentirnos Maradona y putear a quien juege en contra. El internacionalismo no es bien entendido en este país, aunque idolatremos a un Guevara que lo único que hizo en nuestra tierra fue formarse, jugar al rugby y pedir ayuda. O ni siquiera: a Perón lo agarró en Madrid y a Frondizi en Montevideo, pero al menos después se clavó un asadito en Olivos.

Crecimiento indiscutido. La economía crece mientras el mundo cae, la demanda energética se lleva todo por delante, y el modelo empieza a mostrar la hilacha de a poco. ¿Cómo llegó a este punto? ¿Cómo sostener ese desarrollismo que levanta como bandera? ¿Qué hacer con ese productivismo supuestamente ilimitado que predicamos?

Antonio me cree un militante férreo. Pero le estoy describiendo lo que recuerdo, ni más ni menos –nunca menos-, aunque faltaban minutos para que me mire desconcertado cuando le intente esbozar mi noción de lo que ese “modelo” en realidad es.

Un modelo de centro, lejos de la izquierda, lejos también de la derecha neofascista de Macri -aunque no es tan difícil estar lejos de ese lugar sin ser un nietzscheano burgués asustado-. Un modelo que se sostiene a base de inversiones multimillonarias de corporaciones extranjeras para extraer nuestros preciosos recursos naturales con la connivencia criminal de los caudillos provinciales que responden orgánicamente a una cúpula estratégica que sale impoluta de los sucios negocios de su fuente de subsistencia.

Explosiones en mina Bajo de La Alumbrera en Catamarca.
Fuente: Traslasierra Despierta

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Esta historia es publicada en cinco "capítulos". 
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Capítulo 3/5

miércoles, 12 de octubre de 2011

The Crazy Ones | Los Locos



Here's to the crazy ones.
The misfits. The rebels. The troublemakers.
The round pegs in the square holes.
The ones who see things differently.
They're not fond of rules.
And they have no respect for the statu quo.

You can praise them, disagree with them, quote them, disbelieve them, glorify or vilify them.
About the only thing you can't do is ignore them. Because they change things.
They invent. They imagine. They heal.
They explore. They create.
They inspire.

They push the human race forward.
Maybe they have to be crazy.
How else can you stare at an empty canvas and see a work of art?
Or sit in silence and hear a song that’s never been written?
Or gaze at a red planet and see a laboratory on wheels?

While some may see them as the crazy ones, we see genius.
Because the people who are crazy enough to think they can change the world,
are the ones who do.

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Esto es para los locos.
Los inadaptados. Los rebeldes. Los alborotadores.
Las redondas clavijas en agujeros cuadrados.
Los que ven las cosas diferente.
A ellos no les gustan las reglas.
Y no tienen respeto por el statu quo.

Podés venerarlos, estar en desacuerdo con ellos, citarlos, no creerles, glorificarlos o demonizarlos.
La única cosa que no podés hacer es ignorarlos. Porque ellos cambian cosas.
Ellos inventan. Imaginan. Curan.
Ellos exploran. Ellos crean.
Ellos inspiran.

Empujan la raza humana hacia adelante.
Tal vez tengan que estar locos.
¿De qué otra forma más puedes mirar un lienzo en blanco y ver una obra de arte?
¿O sentarte en silencio y escuchar una canción que nunca ha sido escrita?
¿O contemplar un planeta rojo y ver un laboratorio sobre ruedas?

Mientras hay muchos que los ven como los locos, nosotros vemos genios.
Porque la gente que está lo suficientemente loca como para pensar que ellos pueden cambiar el mundo,
son los que lo hacen.

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Aviso de Apple 1997, adaptado de los escritos de Jack Kerouac.
Locución: Steve Jobs | Traducción: mía

Elección a distancia | 2/5

Viene de acá.
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“El país se está recuperando fuertemente desde 2003”, aventó un yo que labura para 678, almuerza con Gvirtz y Lucas Carrasco, escucha Fito desde hace poco, se erotiza con Florencia Peña y es embajador de la prédica militante. Podría haberle dicho que nos están robando la Cordillera, que no tenemos política ambiental e incluso después de Fukushima nos empecinamos con la energía nuclear, que el modelo de desarrollo no se sustenta por su carácter productivista utópico, o unas cuantas cosas más, pero eso es historia futura en este relato. Me quedé con algo más general para comenzar, que no deja de ser cierto.


Le conté de los setenta para acá, seguro lo aburrí –o no, porque, como decía, Antonio se desestructuró y se notaba más entusiasmado-. Desde la crisis económica en la que nos sumió el gobierno militar, casi salteándome a Alfonsín, metiéndome de lleno en el menemato, en la política privatista, en la venta del país, la pastilla de carbón que contiene la mierda y el culo que explota minutos después, más violentamente de lo recomendable.

Antonio me hace caras, casi sin notarlo –creo que siquiera son las caras de Antonio, son las caras de alguien más que se manifiestan a través suyo-, como desaprobando que ese tipo de política neoliberal conlleve necesariamente las consecuencias que yo describía; pero seguí adelante.

Disturbios del 19 y 20 de diciembre en Buenos Aires.
Hartazgo, no nos quedaba nada, el Estado no tenía que administrar, se inventa una “opo” aliancista berreta –con el líder menos carismático que vi en mi corta historia-, ganan y para demostrar que ese gobierno no es aburrido, para nada, le iba a tocar la pija al país mientras le robaba la billetera y vulneraba su integridad. Corralito. Saqueos, imágenes de guerra en la televisión –yo era tan chico que me da bronca, pero algunas recuerdo-. La gente ya tenía hambre, el pueblo ya vivía como el orto, pero muchos egos salieron a la calle cuando se metieron con su seguridad bancarizada, con su futuro hipotecado. Con eso no se jode. ¡Boom!

38 muertos en la Plaza de Mayo entre el 19 y el 20 de diciembre, el HSBC de traición, las corporaciones contra los intereses del pueblo, el gobierno, también, sin mixturas ni tamices. Cinco presidentes en 10 días, caos, Duhalde se establece y en su ausencia, hasta José Luis Gioja en su rol de Presidente Provisional del Senado fue Presidente de la Nación por un rato (¡Dios me salve y me guarde, María llena eres de gracia y Oh, ¿¡ahora quién podrá defendernos, Chapulín!?). Descreimiento absoluto de las instituciones, alejamiento de la política tradicional, explosión de organizaciones piqueteras, sociales y culturales, demostrando que la política estaba en otra parte -parafraseando a López Echagüe y su excelente libro al respecto-. El Estado lo reprimía, quería poder propio y no sabía como canalizar esa voluntad de cambio; sólo imponía, disparaba, asesinaba. Maxi y Darío.

Afiche de campaña de Kirchner 2003.
2003. Néstor Kirchner llega a la presidencia de la mano de Duhalde –el de la pesificación, el de Kosteki y Santillán, el de la merca; el mono relojero, el cabezón; no el de los Derechos Humanos-. El seno justicialista post-General está ahí, el entramado del caudillismo provincial debía comenzar a erigirse bajo la figura de este nuevo líder, un líder de verdad; un tipo muy hábil, inteligente, con una noción absoluta del poder, que se proponía sacar al país de la crisis y no a cualquier precio. No podría recapitular todos y cada uno de los pasos que dio el gobierno de Kirchner para sacarnos de la deuda, porque tampoco los sé. Antonio sigue escuchando atento un relato genuino y no lo suficientemente fiel como para aburrir en su densidad; yo me impresiono por su paciencia y su interés, pero claro, ahora llegaba la parte que a él más le interesaba.

Saldamos la deuda, a tomar por culo con el FMI, Néstor reavivó la industria, volvió a acercarse al pueblo, a dialogar con la gente y no a imponerle. A quien le imponía era a las corporaciones y a los opositores, cada tanto y sin piedad, pero con eufemismos democráticos. Como un médico quirúrgico, conjuntamente con el aparato judicial fortalecido y por el cual su mujer, Cristina Fernández, luchó desde su banca en el Senado cuando promovió la reforma del Consejo de la Magistratura; comenzó a cerrar heridas abiertas desde hace más de treinta años, bajó el cuadro emblemático de la discordia y reavivando la pasión popular que puso los pelos de punta a algunos y la piel de gallina a otros.

Dividió para gobernar, le hizo mal a la “unidad” podrán decir, pero en esa división unió más de lo que dividió. La noción del individualismo menemista cuya perspectiva mayor es cuándo volver a Miami o volver a cambiar el auto, pasó a ser sucedida por una militancia empedernida, a veces medio estúpida –y que critico ferozmente en otras oportunidades-, de creer en un modelo que nadie sabe bien que es pero muchos defienden. Eso, esa confianza renovada en la política y en la militancia me significa una unión por ideales, que antes no había visto. La política que estaba en otra parte empezó a militar en las filas del kirchnerismo.

Parodia del afiche de campaña de CFK 2007.
Néstor y Cristina. Los K. Amados y odiados, avanzan como en el ajedrez una gran guerra con distintas batallas maniqueas, con fines un tanto nobles y un tanto en busca de más -y más- poder. Antonio dejó de comer y me mira ansioso. En 2007 asume Cristina, con un país ya polarizado.

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Capítulo 2/5

martes, 11 de octubre de 2011

Elección a distancia | 1/5

Este último fin de semana caminé las calles de Dublin con una guía de Salamanca y españoles de toda su extensión, como compañeros. Conocimos de historia irlandesa, sus guerras, del odio a Inglaterra –compartido por escoceses y galeses, y franceses, y argentinos, y del mundo entero-; sus pequeñas sensaciones de victoria, sus largas décadas de miseria. Supimos de la hambruna, de los millones de muertos por no tener qué comer en este mundo superpoblado de recursos. La Segunda Guerra Mundial, la guerra civil posterior, interpretaciones maniqueas llevadas a la expresión de la pólvora.

La cabeza daba tumbos –y no era por resaca de Guinness ni por las ocho horas de micro y las cuatro de ferry-, trataba de meterme en esa historia, de entenderla; pero no había lugar para el entendimiento, todo era sensorial. Y no lo sentí. No tanto, al menos. Sentí más otros lugares, con otras batallas u otros resultados, seguramente por utópico más que por empático, ya que si bien de maniqueos y victorias fugaces y agonías eternas conocemos bien los argentinos; algo me urdió más al coraje guerrero de William Wallace y los soldados escoceses que a St. Patrick y su prédica, su trébol, las guerras religiosas y el Dios que todo lo vigila, verde o anaranjado.

Entrada al Trinity College | Dublin, Irlanda.
Terminamos en un bar muy pituco, típicamente irlandés, a unas cuadras de Temple Bar, y me siento en una mesa esquinada, solo. Acomodo los bártulos, agarro la billetera y me levanto a pedir la comida –un menú con descuento que ofrecía la gente del tour-. Me sirven –qué feo suena hablar de sirvientes en estas épocas; digamos, me prestan un servicio, o mejor, me ayudan-, y vuelvo a la esquina que me aguarda. Como, como como desesperado. Como como siempre, mal, angurriento, como queriendo terminar rápido y pasando vaya uno a saber a qué instancia. La mesa se llena de platos repentinamente: un español a mi lado izquierdo, mirando a su mujer y frente a mí, su hija de no más de 20. Todos de Barcelona.

La flaca estudia en el Trinity College y no tiene muchos amigos irlandeses, la mayoría son brasileros. Su familia la visita por el fin de semana, extrañan a la nena. Y su nena es tímida; parece. Monta un arte de simulación histriónicamente femenino y umbilical para el deleite de sus padres, la santa niña barcelonesa. No me queda claro cuán fiel sea la historia.

El hombre –vamos a llamarlo Antonio; como olvidé preguntarle el nombre que le impusieron de chico, le impongo uno de grande- tiene formas estrictas que iría abandonando gradualmente; le gusta la política, pregunta por el país y la situación económica actual. La mujer –Clara, mismo razonamiento-, busca la persona más que la forma, pregunta qué hago, si viajo, qué conocí. Me sorprende la obviedad del trinomio, papá político, mamá humanizada y dulce, hija timidona y voladora empedernida, estudiando lejos de casa. Me encanta.

Antonio es el móvil de esta historia; porque el yo que hoy escribe es ríspido como él –al menos por un rato-, y tiene una elección por delante que no verá más que su desarrollo y a las pocas horas, su resultado. Hablamos de la crisis europea, del orden inglés, la cerrazón parlante de sus habitantes, la cerrazón política de sus gobernantes; la poca habilidad de Grecia para levantarse de la crisis cayendo en intereses altísimos que hipotecan su futuro próximo y no tan próximo, y que no le permiten levantarse. Españistán haciéndose realidad, la burbuja inmobiliaria explotando y dejando correr la sangre tras la arteria que explota y pone en jaque la circulación sanguínea del cuerpo entero. Y, como buscando consejos, pregunta: ¿cómo está Argentina? Qué decir; si supiera el dilema en el que me estaba metiendo en pleno almuerzo, en plena capital de Irlanda, en pleno fin de semana.

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Capítulo 1/5.

lunes, 10 de octubre de 2011

Opiniones de Perón sobre el Che


Por Pacho O’Donnell

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Perón y el Che tenían el mismo enemigo, el imperialismo capitalista con rostro norteamericano. Pero disentían en la metodología y la estrategia: Perón era esencialmente un político dotado y había incorporado a su proyecto a la mayoría de los sectores del trabajo argentinos en una amplia alianza policlasista con el objetivo de alcanzar sin mayor violencia la meta de una patria económicamente autónoma y políticamente independiente. El Che, en cambio, proponía una revolución socialista tan violenta como su enemigo a partir de su teoría del “foco”, es decir la instalación de estallidos insurreccionales limitados que promoverían una reacción en cadena que multiplicarían su poder de acción sin necesidad de trabajo de base previo. “Crear dos, tres... muchos Vietnam es la consigna” (Mensaje a la Tricontinental).

A pesar de sus diferencias, ambos líderes se respetaron y en las investigaciones para mi biografía del Che constaté que éste colaboró con dinero, siendo ministro en La Habana, para financiar el primer intento trunco de Perón de regresar del exilio.

Enterado del asesinato del Che en La Higuera, Perón escribió desde la Quinta de Puerta de Hierro: “Compañeros, con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. (...) Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto Che Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir”.

“He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿que edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen.” A continuación una frase ejemplar: “Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía”.

“ (...) Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio.” Firmaba Juan Domingo Perón, 24 Octubre 1967.

Pero en cartas privadas Perón deslizó algunas críticas sobre la estrategia guevarista. Así lo planteó a Ricardo Rojo, en respuesta al envío del libro Mi amigo el Che:

“(...) Sin cuanto usted nos informa de su paso por el Congo y muchas otras circunstancias, no sería fácil comprender que un hombre ya fogueado y experimentado en la guerra de guerrilla se haya encontrado en Bolivia en una situación tan precaria de medios y preparación. La ‘guerra de guerrillas’, al contrario de lo que algunos creen, es más vieja que ‘mear en los portones’, pues se practicaba en gran escala ya en la época de Darío II. Desde entonces, hasta la II Guerra Mundial de 1938-1945, no ha dejado de ser en algunos sectores y circunstancias, la forma de luchar.”

“Pero, como forma atípica de guerra, tiene sus exigencias originales, según sean las condiciones que la situación presenta. La empresa de Ernesto Guevara era, a la vez que temeraria, casi suicida.”
Lo mismo le había dicho al Che, según me contó un testigo de parte de la reunión, Enrique Pavón Pereyra, cuando Guevara visitó a Perón en Madrid. Aunque seguramente para no ahondar en discusiones políticas lo relacionó con el asma: “Disculpe mi comandante que le sea franco, pero usted en Bolivia no va a sobrevivir. Suspenda ese plan. Busque otras variantes”. Y remató: “No se suicide”.
La carta a Rojo continuaba: “(...) El Che tuvo que desarrollar sus tremendas operaciones, sin más medios que su extraordinario valor personal y la firme decisión de vencer que le animaba como hombre de una causa. Sin embargo, cuando se opera contra fuerzas regulares especialmente preparadas para esa clase de lucha, tales virtudes no son suficientes; es preciso, por lo menos, contar con algo seguro en cuanto a fuerzas y medios de subsistir en medio tan inhóspito”.

También se refirió Perón a Guevara en una carta a su amigo y camarada mayor Pablo Vicente del 23 de agosto de 1966, donde comenta la visita del Che en Madrid para buscar su ayuda para la campaña en la que perdería la vida, enterado ya de la defección del Partido Comunista Boliviano (PCB):

“Le sorprenderá saber quién me vino a ver hace poco: el Che Guevara (...) Me venía a ver desde Checoslovaquia y Rusia me dijo. Se me apareció disfrazado de ‘cura’ con una barba larga y la sotana” (vestía así para evitar ser reconocido y también para no crearle problemas a Perón, ya que a Franco le disgustaba que fuera visitado por políticos, más aún cuando eran de izquierda, como fue el caso de Salvador Allende, entonces senador, que casi provocó su expulsión de España).

“Tiene una visión muy interesante de las cosas y del mundo actual pero participa de la idea de la ‘revolución permanente de los pueblos’, un utópico inmaduro –pero entre nosotros– me alegra que sea así porque a los ‘yankees’ les está dando flor de dolor de cabeza.”

“Personalmente creo que es un individuo brillante pero del lado equivocado. Tiene una conversación muy interesante y una obsesión por el comunismo muy marcada. Pretende reunir fuerzas no sé de dónde para ‘liberar’ nuestros pueblos americanos. Advertí en seguida que tiene clara su meta y es capaz de cualquier cosa.”

Y para terminar, un pronóstico que la imbatible alianza del ejército boliviano, la CIA y los “boinas verdes” confirmaron: “Este muchacho va a terminar muy mal según creo. Como ve, mayor, ya ve usted que hay de todo bajo las viñas del Señor”.

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Leer el artículo original en Página/12.

sábado, 8 de octubre de 2011

Los Arrepentidos


Son represores, monopólicos jerarcas, liberales empedernidos, trabas en el camino hacia la libertad. Son la voz que defiende la voz, la mano que calla las voces. Son la escuela que educa a los pocos, el exilio de la vergüenza; hasta las andanzas de un Ford en la noche verde. También son los enfermeros del Borda que dopan pacientes hasta el silencio, abriéndole las puertas a un oscuro tráfico de órganos. Son los corruptos. Los vendepatria.

Formato: alienar a la izquierda
Todos son la patraña y el embuste. Nos tomaron por idiotas largos años; décadas. Fueron perseguidos por sus verdaderos defendidos, por el simple acto de una demagoga empatía del hombre débil de antaño. Humo puro, nos vendieron. Nos vendieron.

Ahora muestran la hilacha, ratas de callejón; impuestos-supuestos exmilitantes de un ideal etéreo que no perteneció jamás al arcón de sus valores ni utopías. La república engañada hoy los sentencia a la peor condena: la dilapidación pública, el descuartizamiento y la pudrición de la carne vieja del escarmiento.

¿Nos creyeron idiotas? Nosotros, los verdaderos creyentes y defensores de la lealtad y la justicia soberana, de una Patria emancipada de todo asomo imperial, de la igualdad entre los trabajadores –desde Puerto Madero al Impenetrable chaqueño; desde el manjar de la Quinta de Olivos hasta el hambre en la selva misionera-, los que día a día dedicamos nuestra vida y nuestros millones para hacer de este lugar un poco más igual y justo, los condenamos.

Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina… no queremos su exilio, queremos su obediencia debida. Reunidos en Congreso General Constituyente… dilapidamos al destituyente y su móvil amoral de avanzar empedernido contra los intereses del pueblo, todo. Por voluntad y elección de las provincias que lo componen… decimos: ¡basta! Que los recursos son nuestros, las ganancias lo son más, y el país federativo se puede ir a la puta madre que lo parió. Reveamos el Pacto Constituyente si tanto van a joder.

Formato: alinear a la derecha
Fueron letrados, hoy son letrinas. Fueron las voces, hoy son las heces. Son Bonasso, Solanas, Lanata y tantos otros. ¿Qué Barrick, Atucha, Spolsky, Gvirtz, Fútbol para Todos, ni Bosques para todos? ¿Cómo piensan llegar al futuro; viviendo como en la época de las cavernas? ¿No vengando retributivamente la voz del monopolio? Falta condenar a ese hijo de puta que fue el marica y “proyecto de poeta” de Urondo, la malcogida –y bienengañada- de Lili Massaferro, la Arrostito que ya la pagó caro, y hasta ese tal Guevara, que por anhelo imperial e internacionalista, olvidó y jamás trabajó por los intereses urgentes y reales de esta Gran Nación Argentina, que crece con La Fuerza del pueblo –y las inversiones canadienses, mexicanas y chinas, claro.

Todos ellos, sean sometidos a la peor condena. Por apátridas, por hipócritas y haber sido siempre funcionales al capital extranjero.

La libertad es mierda, si no acompaña los intereses populares. ¿Cómo se atreven a impedir el avance indiscutido de una Patria que por sí sola todo lo vale; que su mayoritaria representación todo lo domina, lo entiende y lo juzga? El número da el poder, y el número está de nuestro lado.

¡La Patria somos nosotros, carajo!



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NdeR: soy un eterno crítico de lo que considero incorrecto. Mi deber moral me obliga a hacerlo. ¿Si es esta una nota "destituyente" al estilo de los mencionados? Para nada. Es sólo mi "ladrillo en la pared", para intentar hacer visible la maquinaria de la razón impuesta verticalmente y sin motivo más que el maniqueo de la polarización y la obtención de la plusvalía del poder. El peligro de esa práctica, cuando hablamos de política, es alto y nos compete a todos.

jueves, 6 de octubre de 2011

Un día de mierda

Tener un día de mierda es una gran oportunidad para echarse a escribir pelotudeces. Despotricar es peligroso, en términos racionales, pero divertido como pocas cosas lo son. Y ahí es donde me detengo -o más bien, lo que me movió a llegar a este lugar-: la sarta de idioteces que el marketing de las empresas que desarrollan inutilidades varias, te vende como "divertida forma de...", pueden ir a lavarse el orto.

El 99% de las veces, nada de eso es "divertido", ni "cool", ni "fashion". Mucho menos, una "nueva forma más divertida" de hacer amigos, ni de pegarse un baño o curarse un esguince. Éstos, como diría Capusorto, desarrollan terminologías que como barra bravas suben al colectivo de nuestro lenguaje y le sacan el asiento al buen hablar.

Steve Jobs pega desde el costado de la muerte que acecha, y con el genio previo que desarrolló en Stanford permite abrir la cabeza a que realmente, chupa un huevo lo que hagas antes, pero disfrutar cada instante como si fuera el último y sentir que la pasión corre por la sangre aún cayendo en errores a los que el corazón -tonto como pocos- lleva indefectiblemente. Pero es muy largo de pensar. Hacer, para bien y para mal; ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Ser el idiota único, no el "piola" convencional.

Formas, estructuras, gurúes; todos nos venden la formulita de la vida. Todos vienen a decirnos cómo tenemos que vivir, nos venden recetas pelotudas para aprender a vivir (acá tendría que compartir un video de Violencia Rivas, así que acá va) y todos llegan al mismo final: duraznito envuelto en una fajita de madera, manjar de los organismos que repelemos en vida pero se hacen nuestro cielo -y suelo- cuando toca el timbre él verdadero gurú, el que creó y no dio lecciones y nos dejó acá tirados, sin amparo y con un libre albedrío que no sabemos aprovechar.

No compres recetas de nadie (mucho menos esta, así que si querés compralas), hacé y equivocate, meté un pelotazo de mitad de cancha y si se va a la tribuna se irá; si entra, estarás en todos los diarios de mañana, si no te tapa algún culito que salga en Tinelli, más en bolas que de costumbre.

Es divertido escribir sin ganas de escribir, como cierre antes de partir.

Ayer, fantástico. Hoy, deleznable. Motivo, ninguno. En casos, ambos.

Feliz y asqueado del extremo bipolar.

Espero que la hayan pasado RE divertido.

Viva Perón.

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Para los que creen que la mierda es momentánea, meto una actualización unas cuantas horas más tarde.

Me repugna también leer falsedades. Me asquea la mentira. Leer a seres pensantes -y muy inteligentes- mentir crónicamente para torcer pasiones y voluntades ajenas, me parece mala leche. Grupos de pseudo-ambientalistas 2.0 que no salen de las redes con el coraje que allí esgrimen, enchastrando canchas ajenas -intentándolo en realidad, porque no le hacen ni una mancha al perro con sus basofias- es poco útil para la concepción pragmática que es la que caracteriza movimientos como el ambiental.

Las banderas de su corazón flamean frente a sus ojos. Bengalas de ricota aún prendidas después de los muertos inútiles, avivan fuegos inconducentes de una fiesta popular que no es tal, si no se respeta a sí misma. Todos somos el rito, todos sangramos corazones por las victorias que el horizonte nos regala. No podemos, por regla estratégica de toda guerra -por más pacífica que sea-, traicionar al propio bando. Los cuerpos yacen bajo una caja de ravioles y un sifón que ya sin gas se parece a un tubo de oxígeno.

Me pierdo en asociaciones, lamento que la inutilidad me saque las ganas de creer en algo más, y me afirmo fuerte a lo que hoy creo, viendo que afuera no hay chance más que la Fuerza -parafraseando a Star Wars y a algún que otro Stormtrooper de carne y hueso que anda vigilando urnas prematuramente- de acallar divergencias que, independientemente de algún que otro útil fin práctico, en algunos casos, tienen medios bobos, soberbios y discriminadores.


lunes, 3 de octubre de 2011

La razon me tiene -y viceversas menos loables-


Lo entendí. O al menos empecé a sentir cómo el corazón pierde su batalla por voluntad meramente propia. Vi cómo los anhelos de un “hombre nuevo” o un “mundo distinto”, fueron invenciones minuciosamiente trabajadas y diagramadas en los confines del pensamiento; en su ultratumba. La injusticia es tal porque hay conciencia, y la noción de retribución equitativa es en cuantía una pasión pensamentista. La represión de los impulsos en nombre de un sentimiento que subyace al mismo deseo, no sólo es retorcidamente cerebral, sino también hipócrita e injusto para con los verdaderos sentimientos (los que se sienten, aquí y ahora).

La bondad, la justicia, la fidelidad, la igualdad, la verdad y hasta la conciencia de duda; son los hijos directos y aún umbilicales de la neurona gobernadora del Reino del Hombre. Claro que sentimos hondo, que duele en las entrañas y que nos pueden hasta brotar lágrimas suicidas al presenciar una injusticia en cualquier parte del mundo; pero el móvil, la génesis de esa angustia, de ese dolor, no es otro que la razón constante.


Me asumo un asqueroso racional, un torturador de sentimientos, el genocida de mil deseos expresados y hechos realidad. Vivo apasionadamente los pocos sobrevivientes, los trato con vehemencia juvenil, los rescato del fuego extinto. Esos me mantienen vivo. No tengo razón. La razón me tiene.

¿Pero el sentido de mi existencia? ¿Lo que me mueve de indignación para encontrar algún nuevo sentimiento por ser salvado? Mi razón negándose a aceptar lo inaceptable; mi conciencia que no duerme tranquila si antes de hacerlo no movió al cuerpo idiota que tiene puesto a hacer algún movimiento tectónico que transforme el mundo como lo ve. Me caga y me salva la vida. Es extremo. Tiene fines loables. Tiene medios conchudos, o, al menos, discutibles. Es el disparo que abre el portal al mañana. Es el amor.

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01/10/11
Edimburgo, Escocia
(noche, llueve)


y agregados...



martes, 27 de septiembre de 2011

Enamorado



Hay cosas que no se dicen, otras que no se publican y tantas otras que ni se sienten. El amor y la pasión suelen ser dos sentimientos profundos que pueden cruzar cualquiera de esos estadíos -y siempre en los momentos más inesperados. Slavoj Zizek dice que el amor discrimina, es violento; por eso lo cito.

Hacia el mundo tengo sentimientos encontrados, pero generalmente, como dice Slavoj, es una especie de odio, de aversión. Pero sí, creo ir un poco más profundo en mí mismo -no me atrevo a decir que voy más profundo que Zizek, "en general"-. Creo que la génesis termina siendo, nos guste o no, un amor estúpido por la esfera habitada de seres despreciables, pero vivos; y como tales -como pares-, nos generan empatía y los amamos.

Ese amor idiota es el que nos hace ver la demencia y aborrecerla. Nos da asco -aunque ahora esté casi prohibido usar esa palabra- que el mundo sea tan, pero tan hijo de puta. Pero no es el mundo; somos los hombres, los pares. No los otros, los nosotros.

Allí es que del amor nace el odio, por hacernos tanto daño entre hermanos; por ser una especie suicida y ensimismada en un mundo inexistente que imaginamos en planos simbólicos, y al que otorgamos lugares impensados para toda lógica natural, para todo orden de cosas.

Más allá del mundo, del hombre y del asco, cada día elijo un ser humano de esa madeja horrible de la que sólo se destacan unos pocos hilos que nos acompañan en el camino. Esa mujer me permite decir, con pura violencia, soberbia y discriminancia que estoy enamorado. Que la quiero siempre. Que por semejanza da también al mundo otros colores, a sus cuerpos otras formas, y al dolor lo intensifica -porque hace también más intensa la belleza-.

Un ser solitario, un lobo de estepa que anda con las patas enlodadas y mirando de reojo al ser humano que lo amenaza con su presencia. El hombre estúpido siquiera anda el bosque porque teme a la fiera hambrienta.

Los tórtolos se cogen sin paz en medio del triste pantano.

Los hippies pasaron de moda

Vean este video que está circulando muy rápidamente por internet y medios de todo el mundo. Hoy escribí una nota para el blog de mi amigo Hernán Nadal sobre este tipo de intervenciones.



El futuro llegó hace rato, los nuevos medios conquistaron el mundo y Facebook está a la vanguardia de la revolución siglo XXI. La Primavera Árabe es un gran ejemplo de cómo el planeta y sus revoluciones se adaptan a los tiempos corrientes, enfrentando tiranías históricas con organización cibernética e intentos de protestas pacíficas que terminan en batallas insoslayables.
Distinto es el caso de las miles de organizaciones alrededor del mundo, que se proponen cambiar hábitos y políticas públicas desde la institucionalidad democrática; y así como es más simple, por no tener que enfrentar los fusiles de la tiranía, se encuentra con una pared urdida de intereses mediáticos, desinterés público, falta de recursos e inferioridad de condiciones. Hay que dar un paso adelante: los movimientos deben buscar nuevas y originales formas de “combatir el sistema”.
El “War is Over” de Lennon, la “Bed Peace”, las protestas no-violentas que algunas organizaciones  realizan desde los setenta contra el poder del establishment alrededor del mundo, fueron muy útiles el siglo pasado –muchas de ellas siguen siéndolo aún hoy, vean el caso de la “Red Carpet” en Copenhague.
Sin embargo, vos, lector, blogger, televidente y radioescucha; seguramente ya viste esa película y si bien podés ser afín, será raro que te levantes de la silla y te unas a una historia conocida que no sorprende por lo nuevo sino por lo espectacular.

(Leé el artículo completo en Listao)

lunes, 26 de septiembre de 2011

La estación de la furia

Adaptarse a los cambios -de eso se trata-. Amaro caminaba por una calle lluviosa que lo empapaba de nuevos aires y de alguna proeza inalcanzable. Essex Road parecía cada vez más lejana aunque estuviese ahí quieta e inmóvil, segundos después de la iglesia. Él se ahogaba, mientras tanto, en su vaso de agua soñando algún nuevo imposible. El tren pasaría a horario, el guarda estaría en su sitio. La noche caería, inexorable. Lo único impredecible era la lluvia, y el camino de sus pensamientos.

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Soda Stereo | La Ciudad de la Furia

sábado, 24 de septiembre de 2011

Keep calm & you know...

Corría 1939, comenzaba la Segunda Guerra Mundial y el Ministerio de Información británico imprimía estos afiches para motivar a su población.




La tirada habría sido muy baja, su receptividad casi nula, y hoy por hoy sólo hay dos afiches originales en el dominio público. Entrando al nuevo milenio, la cultura pop lo llevó a la inmortalidad, como se hace con los grandes íconos que pasan a la posteridad por hacerse humor y cotidianidad. Jugando con ese humor, el arte moderno hace de un ícono nefasto, una pieza tanto más realista.



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Stereophonics | Dakota

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Señales de importantes cambios desde Alemania

Comparto con ustedes un excelente artículo del sociólogo alemán Ulrich Beck sobre el plan de abandono de la energía atómica que lleva adelante el gobierno de su país natal.

"Las nucleares privatizan los beneficios y socializan los peligros. Si sus empresas estuvieran obligadas a suscribir pólizas de seguros por el riesgo que generan, se acabaría el cuento de la electricidad nuclear barata

Os habéis quedado solos, afirma el ecologista estadounidense Stewart Brandt, con referencia a los planes de Alemania de abandonar la energía nuclear. Y añade: Alemania actúa de forma irresponsable. No podemos renunciar a la energía nuclear por razones económicas y por la amenaza de los gases de efecto invernadero.

Sería absurdo suponer que Alemania, al decidir dar un vuelco a su política energética, se despide del concepto europeo de modernidad y se adentra en las oscuras y boscosas raíces de su historia intelectual. No es la irracionalidad alemana la que ha ganado, sino la fe en la capacidad de aprendizaje y creatividad de la modernidad en el trato con los peligros de los que ella misma es responsable.

Los adalides de la energía nuclear basan su juicio en un concepto de riesgo inmune a la experiencia, que, irreflexivamente, confunde la era de la industrialización temprana con la era atómica. La racionalidad de los riesgos parte del supuesto de que puede darse el peor caso concebible y de que debemos tomar medidas cautelares frente a él. Por ejemplo, si se nos incendia la techumbre, vienen los bomberos, el seguro nos resarce, se han tomado medidas para la eventual asistencia sanitaria, etcétera. Trasladado a los riesgos de la energía nuclear, eso querría decir: incluso en el peor de los casos, nuestro uranio solo emite radiación durante unas pocas horas, no durante miles de años; tampoco es necesario evacuar la población de una gran urbe cercana. Eso, naturalmente, es absurdo. Quien después de Chernóbil y Fukushima siga afirmando que las nucleares -francesas, británicas, estadounidenses, chinas, etcétera- son seguras, ignora que, empíricamente, hay que extraer la consecuencia exactamente opuesta: solo una cosa es segura, el próximo accidente nuclear a gran escala.

Quien asegure que en las grandes instalaciones técnicas no puede haber un riesgo nulo (lo que es cierto) y saque de ahí la conclusión de que los riesgos de la utilización limpia del carbón, la biomasa, la energía hidráulica, el viento y el sol, por un lado, y el de la energía nuclear, por otro, son, aunque diferentes, comparables, intenta escamotearnos el hecho de que sabemos con toda exactitud qué ocurre cuando se funde el núcleo de un reactor. Sabemos durante cuánto tiempo existirán emisiones radiactivas, qué hacen el cesio y el yodo con las personas y con el ambiente y cuántas generaciones sufrirán en el caso de que suceda lo peor. Sabemos también que estas dimensiones no son equiparables a las consecuencias temporales, espaciales y socialmente delimitadas de las energías alternativas y renovables.

¿Y qué decir de los seguros? Curiosamente, en el imperio de la libre economía de mercado, es decir, precisamente en Estados Unidos, la energía nuclear fue la primera industria de socialismo estatal... al menos en lo tocante a los costes de los errores. Los beneficios acaban en bolsillos privados, los riesgos se socializan, es decir, se derivan a las generaciones futuras y a los contribuyentes. Sin embargo, si la legislación obligara a que las empresas de energía nuclear suscribieran pólizas por el riesgo que generan, eso supondría el fin del cuento de la electricidad nuclear barata. El concepto de riesgo del siglo XIX aplicado a la energía nuclear de comienzos del XXI es una categoría zombi, una categoría que nos hace ciegos a la realidad en la que vivimos. No solo no es irracional el abandono de la energía nuclear: lo que es irracional es seguir respaldándola después de Fukushima, ya que se basa en un concepto anticuado de riesgo que se inmuniza contra la experiencia histórica.

Ninguna otra nación industrial se ha embarcado en un abandono tan rápido de la energía nuclear como Alemania. ¿Estamos ante un acceso de pánico exagerado? No. No es el "miedo alemán". ¡Es la economía, estúpido! La energía nuclear se hará más onerosa a la larga; la renovable, más barata. A los alemanes lo que les impulsa es un miedo astuto. Olfatean las oportunidades económicas del mercado mundial del futuro. En alemán, el vuelco energético es sinónimo de empleo. Un cínico podría decir: dejemos que los demás sigan en su orgullosa falta de miedo; eso termina resultando en estancamiento económico e inversiones fallidas. Los paladines de la energía nuclear se ciegan el camino hacia los mercados del futuro, al no invertir en la alternativa de los productos que ahorran energía y en las energías renovables, como tampoco en universidades, carreras profesionales e institutos de investigación "verdes".

A comienzos del siglo XXI, la situación es comparable a la de otras rupturas históricas en materia de abastecimiento de energía. Imaginemos que hace 250 años, en el arranque de la primera revolución industrial, la gente hubiera desoído el consejo de invertir en carbón y acero, máquinas de vapor, telares mecánicos y ferrocarriles. O que, hace 50 años, se hubiera despreciado, como muestra del "miedo americano", la súbita inversión de los estadounidenses en microprocesadores, ordenadores, Internet y los nuevos mercados que inauguraron esas tecnologías de comunicación. Hoy estamos ante un momento histórico similar. Quien abriera a la explotación a través de la energía solar siquiera una parte de los desiertos podría cubrir la demanda energética de toda la civilización. Nadie puede apropiarse de la luz del sol, nadie puede privatizarla o nacionalizarla. Cualquiera puede explotar y beneficiarse por sí solo de esa fuente de energía. Algunos de los países más pobres de la Tierra son "ricos en sol".

La energía nuclear es jerárquica y antidemocrática. Exactamente lo contrario puede decirse de las energías renovables, como la eólica o la solar. A quien obtenga su energía de una central nuclear se le cortará el suministro eléctrico si no paga la factura. Nada semejante puede ocurrirle a quien obtenga su energía de placas solares instaladas en su casa. La energía solar hace a la gente independiente. Está claro que esta libertad de la energía solar pone en cuestión el monopolio energético de la energía nuclear. ¿Por qué los estadounidenses, británicos y franceses, que tanto valor atribuyen a la libertad, son ciegos a estas consecuencias emancipatorias del vuelco energético?

Por doquier se anuncia y lamenta el final de la política. De forma paradójica, la percepción cultural del peligro puede obrar justo lo contrario, el final del final de la política. Quien quiera entender lo que digo puede recurrir a las ideas que John Dewey expuso ya en 1927 en The public and its problems. Según Dewey, una opinión pública capaz de transcender las fronteras y animada del poder de constituir una comunidad no surge de las decisiones políticas, sino de las consecuencias de las decisiones que son existencialmente problemáticas en la percepción cultural de los ciudadanos. De este modo, un riesgo percibido como tal por la opinión pública impone la comunicación entre aquellos que quizá antes no tuvieran nada en común. Hace recaer sobre ellos obligaciones y costes frente a las que se defienden, frecuentemente con la ley de su parte. En otras palabras: precisamente aquello que muchos creen tener que atacar como sobrerreacción histérica frente al "riesgo" de la energía nuclear es un paso de vital importancia que posibilita que el vuelco energético se convierta en un vuelco democrático.

Las estrategias de actuación que abre el potencial catastrófico de la energía nuclear frente a las alternativas realistas de las energías renovables subvierten el orden que se ha originado en la alianza neoliberal de capital y Estado. Ante la amenaza de catástrofe nuclear, adquieren poder Estados y movimientos surgidos de la sociedad civil. Simultáneamente pierde poder la industria nuclear, puesto que las consecuencias de las decisiones de inversión ponen en peligro la vida de todos. Por el contrario, se le ofrece una oportunidad histórica a esa novedosa coalición entre los movimientos de la sociedad civil y el Estado, tal como la vemos ahora en Alemania. También desde el punto de vista de la política de poder tiene sentido el cambio de política energética. Solo un Gobierno conservador, cercano al mundo de la economía, puede llevar a cabo tal vuelco energético.

Quien critique el abandono de la energía nuclear por parte de Alemania podría ser víctima del error de la oruga: cuando se encuentra en plena metamorfosis, la oruga podría lamentar la pérdida del capullo que la envuelve porque aún no percibe la mariposa de la energía renovable en la que se está convirtiendo."

Ulrich Beck
Elpais.com

Feliz Primavera, Latinoamérica



Qué raro es estar tan lejos de casa, tanto que leo festejos y saludos de primavera cuando me está llegando el otoño. Dan ganas de estar tirado en Parque Thays como aquella vez en la que Callejeros volvió a tocar y mi radio estaba conectada con el Chateau Carreras para oír esas primeras últimas palabras: ese que la chupen los caretas. Pero emocionándome también con un Rocanroles sin Destino que fue perfecto para la más vívida remembranza.

Ahora en el ombligo del mundo escucho Calle 13 sin parar, siento la sangre latina corriéndome por las venas abiertas, cuando el saqueo, el extractivismo y el corazón más amado y amable se amalgaman en una extensión magnífica de múltiples climas y culturas.

Latinoamérica unida es un sueño pergeñado en el corazón de los líderes que supieron ver hace siglos la potencia que subyace la Cordillera y la Amazonía, los ríos y los páramos, metiéndose inquisidora en las angostas calles de las favelas brasileras y los barrios marginales de Puerto Rico; explotando como puntal en la sonrisa de cada cubano, haciéndose canción en las letras de Discépolo y gritándole al mundo que acá estamos.

Feliz primavera le deseo en mi 21S patas para arriba, a la tierra que amo y que añoro. Que florezca la América que soñó San Martín, Bolívar y el Ché. Que renazca la América originaria.

Feliz otoño para mí, cuando las hojas se vuelan y todo se hace más frío lejos de casa.



"Si fuéramos capaces de unirnos, qué hermoso y cercano sería el futuro"
Ché

martes, 20 de septiembre de 2011

Nuevo Two and a Half Men - Capítulo 1

Muchos lamentamos la pérdida de Charlie, así que acá va el capítulo entero de su "muerte" y la entrada en escena de Walden Schmidt.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Sentir el instante de este infinito

Hay que sentir más. Hace un rato me brotaba poesía, escupía los versos más dulces esta noche; ya no. Ahora la simpleza de no querer un ser detenido (el pare-ser), sino uno en constante movimiento. Allá ando, lejitos y moviéndome. No quiero amordazar la profundidad con el silencioso genocidio del confort o el aburrimiento. Quiero que el culo me ande con moscas. Quiero la playa desnuda y el mundo, uno nuevo. Los llantos, rebelándose a las pestañas y saltando al mundo como la gota aplastada de Julio -e imprescriptiblemente de sí misma-. De París, ya escribiré. Allí nació mucho de todo estó -o volvió a vivir, a decir verdad-.

Nous embrasions l instant; l'infinit commence au jour d'hui.





Montmartre, París. Septiembre 2011

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Con el corazón en la boca

La energía nuclear somete a los pueblos a vivir con el espanto. Sirenas acostumbradas a avisar derrames radiactivos que no distinguen simulacros, pastillas de yodo permanentemente al alcance de la mano, protocolos de seguridad insuficientes, y el miedo, sospecha instalada al saber que no toda la verdad es transmitida y que no siempre suenan las bocinas anunciando escapes radiactivos considerados menores.

¿Es posible vivir así? Puertas y ventanas cerradas, rendijas selladas, y en algunos casos instalados en sótanos herméticos, incomunicados por tiempo indefinido, ignorando cuando “concluirá el bombardeo” (sin guerra a la vista)

No hay sitio con planta nuclear en el planeta que no emita escapes radiactivos al ambiente. No hay central atómica o instalación nuclear relevante que no haya colapsado en algún momento. Se dirá -como siempre- que el impacto es insignificante, se ocultará que la radiación es sutil, sin olores que la declaren, sin color, formas, dimensión, pero girando caprichosamente en la campana bioesférica del planeta. Se evitará informar que la radiación es acumulativa, axioma que la define como la primera causa mutante, que habrá de sumarse en mínimas dosis a la ya capturada por nuestro organismo en las células de información genética. Se la intentará comparar con la radiación de fondo y dirán que es menos peligrosa que la placa radiológica del dentista.

De inmediato sobreviene el silencio oficial, una alfombra cubre las instalaciones dañadas y “confirmarán” que no ha pasado nada; reconocerán sin turbarse que muertos y contaminados son inmolaciones inevitables del progreso, a pesar de territorios perdidos para siempre, inhabitables por milenios, ecosistemas alterados, como el japonés de Fukushima o el ucraniano de Chernobyl.

¿Es posible vivir así? Los habitantes del pueblito francés de Codolet, o los de Chernobyl, Fukushima o Three Mile Island, saben ahora que la rutina de las sirenas puede ser el aviso tardío a efímeros sobrevivientes.

Esta vez la señal “no era para los habitantes franceses del municipio de Marcoule -se les dijo- sino para los empleados de la planta”, relativizó el funcionario. Codolet es el dormitorio de trabajadores del depósito y de la planta de reprocesado de residuos radiactivos, fábrica de las primeras bombas atómicas francesas, también centro de investigación y producción de combustible para centrales nucleares, con óxido de uranio y plutonio; se halla a orillas del río Ródano que vierte en el Mediterráneo, cloaca de la Europa ancestral, colapsada hoy por la caída de las bolsa de valores y una economía neoliberal agonizante; en ese marco el fantasma de la radiación es otra realidad.

Europa duerme sobre racimos atómicos, con 148 reactores nucleares activos en 16 países, plantas obsoletas la mayoría de segunda generación con su vida útil en el límite (prolongada en el tiempo a pesar del riesgo); tiene la tercera parte de los 442 reactores que funcionan en 30 países; sólo en Francia hay 58, le siguen Gran Bretaña con 19, Alemania 17, Suecia 10, España 8, Bélgica 7 y República Checa 6, etc. (Estados Unidos tiene 104 plantas nucleares, Rusia y Ucrania 47, Japón 54).

En todas ellas, el hombre y la robótica deberán funcionar sin error alguno, la fatiga de materiales debe ser detectada a tiempo, no se permiten omisiones, pasos saltados, modorras o desatinos. Hace cuatro décadas El premio Nobel de Físíca, Hannes Alfven advertía que “la energía de fisión es segura sólo si un número de aparatos críticos trabajan como debieran, si un número de personas en posiciones claves siguen todas sus instrucciones, si no hay sabotajes, ni pérdida de los transportes; si ningún reactor de combustible, planta procesadora o planta reprocesadora o repositorio, en cualquier parte del mundo, esté situado en una región de desórdenes o guerrilla y ninguna revolución o guerra –así sea convencional- se dé en esas regiones. Las cantidades enormes de material extremadamente peligroso no deben ponerse en manos de gente ignorante o desesperados, no pueden permitirse casos fortuitos” (Bulletin of the Atomic Scientists, mayo 1972).

Mientras tanto, miles de toneladas de residuos radiactivos de alta actividad continúan sin gestión definitiva; fracasaron cientos de cementerios nucleares con radionucleidos de 250.000 años de vida que surgen diariamente de los reactores de fisión y comparten el mismo hábitat humano. El tecnócrata no sabe aún como desprenderse de la escoria radiactiva que produce en cada segundo de fisión nuclear, pero se atreve a ponerle precio al kilovatio hora nucleoeléctrico. Millones de habitantes de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires viven aguas abajo de las centrales nucleares argentinas de Atucha y de un plan nacional que contempla construir dos reactores más en el lugar.

¿Es posible vivir así?

No dieron a elegir y los barones del átomo globalizaron negar el debate.



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Autor:

Javier Rodríguez Pardo, (Bs. As. 12 de septiembre 2011)
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH)
Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE)
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