viernes, 30 de abril de 2010

DXXIV: Dado vuelta

Caminos, miles de caminos. Todos desdibujados y confusos frente a la mirada perdida del público que se presta a la ilusión. Prestidigita imperceptiblemente un subidón repentino que llama a la náusea del incauto y el gozoso gemido del impávido. Las depresiones de una llanura sin el éxtasis del fracaso y sus antónimos extremos, no refractan fidelidad. La mirada, honesta por defecto, se pierde en el prisma sin llegar a ser arcoiris en sus ojos. Pero cuando todo se mueve, las claves del sol vuelven a extasiar los cinco sentidos del pentagrama -y todos los que quedaron sin trazar-. Los sostenidos son redondas y los tropiezos del amor, no más que una tímida corchea. Infinito soslayable no más que por el velo que tergiversa con dejo de hastío e irresponsabilidad los jardines de tu mente. Las rutas no exploradas, la iluminación del descubrimiento, que se ahoga en el encandilamiento con su torpe persistencia y falta de novedad. El lado oscuro de la luna, fuera de la pared. Dado vuelta como una moneda. En la cara de un presente tan incierto como promisorio. Lovin' it!

miércoles, 28 de abril de 2010

DXXIII: Cultura Porno.


¿Sabemos disfrutar del sexo? ¿Lo entendemos? ¿Cómo lo entendemos? ¿Hay distintas perecepciones al respecto? ¿Existe el sexo sin amor y el hacer el amor? ¿Existe creer en esos dogmas? No sé. A mi me parece que no aprendimos a entender la sexualidad. Que el hombre confunde la virilidad o la excitación con una situación de posesión y dominio que a veces -más de las necesarias- resultan violentas -más de lo necesario-. Que la mujer juega cada vez menos al juego de la seducción y empieza también a ocupar roles de dominio y violencia, física o psíquica. Que lo la cultura porno resulta un grito de guerra insatisfecho, una saciedad de lujuria de ojos blancos y aullidos crujientes. Eso es parte. Seguro que sí. Pero, ¿lo vivimos? ¿O lo deseamos y lo creamos con la mente? ¿No se sobreactúa la violencia sexual? ¿Cuándo se superan los límites? ¿Quíen los delimita? ¿Cómo ver cuando estamos superándolos? ¿Cuándo reaccionar? Hagamos el amor, no la guerra o hagamos la guerra en la cama. Eso dicen, qué se yo.

martes, 27 de abril de 2010

DXXII: Últimamente



Disco: La memoria de los peces
Estreno: abril de 1995
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Últimamente ando algo perdido,
me han vencido viejos fantasmas,
nuevas rutinas.

Y en cada esquina acecha un ratero
para robarme las alhajas, los recuerdos,
las felicidades.

De un tiempo a esta parte
llego siempre tarde
a todas mis citas.

Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.

Últimamente ando desconcertado,
así que ponte a salvo, porque en este estado
ando como loco.

Y me enamoro de mujeres comprometidas,
llenas de abrazos,
llenas de mentiras.

De un tiempo a esta parte, a mi amor propio algo le falta,
lo has dejado unos puntos
por debajo del de Kafka.

Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.

Últimamente planeo una huida
para rehacer mi vida,
probablemente en Marte.

Seguro que allí no hay nadie empeñado en aconsejarme:
"Ismael, ¿qué te pasa?
No estudias, no trabajas".

Y qué vamos a hacerle,
si es que últimamente ando algo perdido,
si te necesito.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.

Han de venir tiempos mejores,
cometeré más errores, daré menos explicaciones,
y haré nuevas canciones

en las que te cuente cómo, últimamente,
son tan frecuentes tristes amaneceres
ahogando mis finales,

repetidos, cansados,
miserables,
llenos de soledades.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.

---
Más allá de que los dos seamos del 9 de marzo, no puedo creer que hayamos vivido, sufrido, amado y nos hayamos perdido tan linealmente. Este tema es TODA mi verdad reciente, de punta a punta. Lo canto hace tanto, y sin embargo ahora es perfecto. 

Alucinado, al extremo...

domingo, 25 de abril de 2010

DXXI: Terapia en el Cilindro.

Salí tarde, di mil vueltas, me sacaron una hermosa foto que me muestra sin cinturón -no interesa que les explique que no quiero abrocharme a la vida como rezan los carteles-, agarré Acceso Oeste en lugar del Puente Pueyrredón y doblé mal en la bajada. Al final, llegué al Cilindro, 20 minutos tarde, como mínimo. Ni pregunté como iban, estaba bastante introspectivo se ve, me dediqué a ver el partido apretado, agarrado de un tirante y bajo la bandera de los Racing Stones con quienes tanto me identifiqué en los días de la pre-adolescencia. La popular repleta, las plateas de arriba igual, como si Racing estuviese peleando el campeonato y no liberándose del mal sueño de la promoción. 

Gente linda, intelectualoides rockeros, como alguna vez generalizó un tipo de la tele que ahora no recuerdo. Y una bandera que me hizo sonreir: Soy de Racing, luego existo.

La filosofía llega a lugares inimaginables, pero el fútbol no es uno de esos. El fútbol ES filosofía. Una parte al menos, la que más me gusta y me atrae por estos días. El "permiso" que piden los barras de pelo largo, liso y dorado, para pasar entre la gente. El código. Ser uno más y entender de respeto. A veces entenderlo a la fuerza y de formas poco democráticas, pero qué más que el hombre en su mayor expresión de naturalidad es una popular de domingo. 

Termina el primer tiempo y me acomodo un poco mejor en el tirante para que no me corran los otros que también son el hombre natural en su máxima expresión, pero al contrario, los que no me gustan y no me atraen. Los que pasan empujando y tirando a la gente escalones abajo y, sin embargo, sonriendo. Esos que llegan a sus fines sin importar los medios. Esa es la otra parte, que también existe; tanto en la cancha como en la calle. Y entonces la terapia que había comenzado con la exhibición de estímulos para que mi corazón reaccionase, se tornó psicoanalítica y me dejó asociar libremente todo lo vivido en mi infancia, mis sentimientos actuales, mis miedos de siempre o los nuevos, los debates internos. 

Vi al otro, desaparecí por un instante. Comprendí que el único regulador y el único límite es uno mismo y su corazón. Toda regla, toda ley, toda norma o todo código, es fácilmente quebrantable. Relativismo absoluto, todo puede dar lo mismo. No existe un sentido determinado para cada una de las cosas, sino que las valorizamos simbólicamente en la relación que se forja en su interacción con el ambiente y con nosotros mismos. Todo parece colgar de una nube. 

Sale Racing, vuelvo a la realidad.

Igual parte de mí no estaba en ahí viendo a De Olivera saludar a su gente y a éstos retribuyéndole el cariño con un grito y un aplauso. Una parte seguía pensando que el límite es uno mismo, y por lo tanto, la única regla que vale la pena respetar es la interna. Quién supiera sobre que cimientos se constituyó esa única pulgada de integridad. Quizás en nuestra infancia con las canciones de mamá y las sonrisas de papá, o en los cuentos que nos leyeron. En la modestia de una vida peleada pero atravesada persistentemente con sonrisas, magia y buenos momentos. 

Frente a Osiris será muy tarde. Ser juzgado por un Honorable Juez terrenal -¡y argentino!- es absolutamente contradictorio, y por tal, inconducente. Mejor sería elegir mejor cuando somos nosotros mismos quienes estamos en la posición de jueces. En cada momento. En elegir quebrantar una ley, o un código, o una norma. Porque a veces, la gran mayoría, eso lastima adentro. Revuelve el estómago, deprime el pecho y dirime la capacidad pasional. Entonces escalamos una montaña rusa de desenfreno buscando la pasión perdida, porque ya no queremos siquiera volver a vernos en la situación decisiva. Esa pulgada no puede ser perdida. Es lo único que tenemos. Es una huella espiritual única, el DNI del alma que se pierde con nuestro espíritu cuando cruzamos el umbral hacia los paraisos de lo desconocido. 

Pido perdón a cualquiera que pueda haber perjudicado mientras jugaba a la montaña rusa, mirando persistentemente mi ombligo para intentar estar mejor. Hoy intento volver a creer en ángeles y estrellas, o en la suavidad de un café con miel por la noche tenue de la literatura. 

Puedo ser más aburrido de lo que muchos quieran. Puedo sufrir más de lo necesario. Puedo elegir ese camino u otro. Pero prefiero el sufrimiento con mi pulgada de integridad intacta, a la sonrisa hipócrita del divertimento superfluo.

Gol de Martínez, se vino abajo la tribuna y yo agarrado al tirante zafé de la caída, me avalancé sólo unos escalones, me vi de cara a la gente gritando el gol y abrazándolos a todos, fundiéndome simbólicamente a falta de alguien a quién abrazar. Minutos de buen fútbol, sólo minutos, y gol de Bieler. La escena se repetía. En el Este y el Oeste, en el Norte y en el Sur, brillará blanca y celeste, La Academia Racing Club! 

No quise irme. Esperé parado hasta que se abrieron las puertas, y mirando atónito ese inmenso salón terapéutico, comencé a salir entre las risas de las familias, los chistes de los borrachos y los juegos de los nenes que tanto tienen por vivir. 

No puedo cerrar este escrito de otra forma que dejándoles un deseo muy profundo a todos los que estuvieron -y están- conmigo en las buenas, pero más me soportaron o sufrieron en las malas. En estos tiempos que no fui yo. Y ese deseo, no es otro símbolo que las palabritas mágicas: Por favor, perdón y gracias.

sábado, 24 de abril de 2010

DXX: Mensaje de Elio Delgado

Más allá del poco interés que me genera El Hito, o mi lejanía ante la continuidad de Callejeros, me pareció interesante compartir una de las pocas voces que se escuchan de la banda, contando un poco acerca de los silencios que callan por no gritar. Para quienes no estén al tanto, Elio fue guitarrista de Callejeros hasta la muerte de Wanda Taddei, esposa de Edu, ex-baterista del grupo.

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Querido publico Callejero:

El motivo de estas líneas es explicarme, con el respeto y amor que me merecen, ante los seguidores de Callejeros. En el sueño de un grupo de amigos, en el cual crecí como músico y persona a través de los años que pase durante esa trayectoria.
En ese tiempo aprendí a convivir con la alegría de tratar de expresar lo que Uds. sentían y vivían con nosotros, pero también con el peso de una tragedia y el espanto que produce estar injustamente perseguidos y restringidos a la expresión artística y musical.
No renuncio ni niego mi historia Callejera, “EL HITO” es precisamente un punto de referencia para seguir con mi compromiso con todos Ustedes.
Personalmente, no me corresponde dirigirme a ustedes para dar explicación ante el silencio del resto de la banda ante la situación de Edu, nuestro siempre querido Cabeza, y que merece un expreso acompañamiento a su dolor y avalar su inocencia de lo que se lo acusa.
Por respeto a ustedes que siguieron incondicionalmente a Callejeros en las situaciones mas tristes y dolorosas de nuestras vidas, ante los rumores y comentarios productos de la falta de información, la deformación de la realidad y algunos silencios que ayudan al no saber y conocer, me veo obligado a contar la verdad de la situación.
Inmediatamente a lo ocurrido a Edu, el resto de la banda, en ese silencio y ante el dolor de la pérdida de Wanda –y pérdida esencialmente de nuestro Cabeza- solo se cubrió con una formal condolencia. Y silenció la decisión de desvincularlo de CALLEJEROS.
Ellos son los que deberían explicar los porque. Por mi parte, no estuve ni estoy de acuerdo con esa decisión. Por estar en desacuerdo con ello fui desvinculado también de la banda y de sus “nuevos” proyectos.
Voy a encarar este proyecto, el del “El Hito”, que comencé hace tiempo como paralelo y en ampliación al de Callejeros, como otros miembros de la banda también lo hacían. El Hito, hoy es, por lo que expresé, el medio y la forma de continuar con el compromiso de lo que se hacer y amo. Mi amor por el ROCK N´ ROLL.
"Los barcos de papel no llegan a altamar" Los invito a vivir este nuevo sueño.

Con el amor de siempre.

Elio Delgado.


ESQUELETO AL SOL

POR LA MISMA SENDA
SIN NINGUN RIVAL
SIGO EN LA ESPERA
A LA DERIVA TOTAL
SI ESPERO QUE LLAMEN LAS ESTRELLAS DEL ROCK N´ROLL
Y ME HAGAN ALGUN LUGAR
VOY A QUEDAR
CON MI ESQUELETO AL SOL

NO ESTOY PUDRIENDOME SI ES LO QUE QUIEREN VER
NO ME VAN A ENTERRAR
VAN A TRATAR DE HUIR DEL MAL
Y NO LO VAN A LOGRAR
LO VAN A ENCONTRAR
EN ALGUN LUGAR

POR SEGUIR MI CONCIENCIA
Y MI INSTINTO ANIMAL
ME DIERON SALIDA
POR NO PENSAR IGUAL
A ESO LO LLAMO DICTADURA NO ES DE CONFIAR,
NO HAY MUCHA HONESTIDAD
PERO SOLO QUIERO
MI PERSONALIDAD

NO PIDO NADA SOLO MI 800
PARA PODER TOCAR
POR MI DESTINO Y MI FUTURO PODER ESTIMULAR
IGUAL NO ME IMPORTA SI LO LLEVAN
ES SOLO MATERIAL

DXIX:Dilema Shakespeariano

No soy lo que querés que sea.
No soy tampoco eso que yo quiero ser.
No soy siquiera mis decepciones.
No soy un muerto en vida, ni un vivo en estado vegetativo.
No soy tus sueños ni tus pesadillas.
No soy el eco que retumba en la montaña.
No soy ya, la manta que te envuelve y te cubre del frío.
No soy el frío que te amenaza, ni el fuego que te abraza.
No soy el desconsuelo ni tu locura.
No soy los extremos de tu vida.
No soy el equilibrio.
No soy tu amigo, ni tu hijo, ni tu hermano.
No soy de nadie.
No soy mío.
No soy nada.
Soy. O no soy.
Esa es la cuestión.

jueves, 22 de abril de 2010

DXVIII

2007

Sigo acá lo que empezó en Facebook. Me rompe los huevos no verte, o mirar fotos y sentir nostalgia absoluta. Una sin vuelta atrás, una irremediable y profunda como las heridas que no te hicieron a vos, nos hicieron a todos. Me viene el recuerdo y me da rabia. Rabia de saber que no elegiste irte de al lado mío ni de al lado de nadie. Rabia de que te arrancaron de la mano. De que esta mierda que te venden como mierda civilizada haya permitido los desvaríos de un hijo de puta, perverso y asesino y te haya llevado a debatirte el último de los menesteres. Saber si podrías cargar con eso toda la vida o si quizás era mejor irte en paz, encontrar todo lo que siempre mereciste y esperarnos a todos. Pero me da bronca, mucha. Estoy enojado. Te quiero abrazar. Y aunque no quisieras, al menos me tranquilizaría el hecho de saber que estás ahí, en Honorio, viviendo tu vida, sonriendo y creciendo. Yo era otro. Era. El tiempo nos cambia. Hoy quiero al Mauro de ayer. Al que viste al lado tuyo. Al godiito, al obeso, al TUYO Y DE NADIE MÁS, al poseído por tus encantos. Te quiero acá preciosa, duuuuuuleeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!

DXVII: Suficiente

Anastasio era autosuficiente. Estaba siempre lo suficientemente borracho o lo suficientemente drogado como para no entender si el derecho iba después del izquierdo, si era al revés, o los dos pies debían moverse al mismo tiempo. Siempre estaba lo suficientemente enojado. Pero en ocasiones, la supremacía de la situación por sobre su circunstancia individual lo llevaba a sentirse lo suficientemente tranquilo. Se despertaba con un café, con el sol a 90 grados, se revolcaba y volvía a dormir. Sacaba la guitarra del estuche y la enchufaba al JCM900 que tenía en la esquina de su pieza, justo al lado de la ventana. Todos los potenciómetros a 10, lo suficientemente fuerte, y un whisky lo suficientemente cargado para arrancar la mañana -el café era más ayer que hoy-, y rockeaba un la mayor cuadrado que solía acompañar con un gritito agudo bastante femenino o solitario. La tanga blanca que había tirada en el piso siquiera lo inmutaba por conocer a su dueña.  Nunca supe si el día seguía, si leía a Kerouac, si agarraba el diario, prendía la tele, jugaba al PlayStation, prendía la computadora, escribía un poco o se desmayaba al sol. Nunca supe si quiso otra vida, ni si viajaba de tanto en tanto a charlar con su espíritu a algún valle despojado de culturas y propiedades, de eufemismos sígnico-sociales y de pandemias honoríficas. Sólo sé que los acordes se seguían sucediendo, a veces con cierta melodía, a veces disonantes. Pero sonando; y sonando fuerte. Hasta que el sol se fundió con la luna, se desenmascaró la cruda realidad de que son la misma persona, y el cerebro le hizo un cortocircuito irremontable. Sólo por eso fue que un día el show no continuó. Pero la canción, la canción siguió siendo la misma. Lo suficientemente inquieta, utópica e idiota, como para persistir más allá de su existencia. Suficiente suficiencia.

DXVI: Ridiculous thoughts

El cráneo no para de resquebrajarse, algo zumba, algo chilla. Hay ruido, mucho ruido. ¡Callen a los murciélagos! Aman la oscuridad, la naufragan, la degluten y se eternizan en la penumbra, chillando, contagiando y no dejando andar en paz. Y el telón ya fue corrido, la función acabada y el corazón opacado. ¿Dónde quedó el sentir? ¿Dónde siento? ¿Qué parte? Muchas ideas, muchas estúpidas, muchas interesantes, todas invitan a animarse. Los valores en la mesa de luz y la corriente bajo la montura. Cabalgando la rutina. Aprovechando la manada, el escape, el encandilamiento para no reconocer mi cobardía. Para no tener que asumirme un cobarde, gris, lleno de pensamientos y con el sentir casi extinguido, sólo una chispa que quizá algún día encienda la mecha, pero que no queda ya a mí librado. Creo que quiero, creo estar cansado, creo no creermela más, creo no estar en zona de confort, creo estar en zona de mierda, en zona de cansancio hasta de algo tan mágico y lleno de ideales. No estar en sintonía. Orgulloso a veces, decepcionado tantas otras. A veces no quedan ni ganas de agarrar la guitarra, pero es una puerta a otro planeta. Las relaciones son estresantes cuando las pensás. No estoy viviendo mi momento, se está yendo de largo. Por más que capaz no sea, siquiera lo estoy viviendo como debería antes que el tren pase. Si hasta la muerte hay que vivirla al límite para no vagabundear el camino infernal de la fantasmagoría por el infinito retorno, viviendo una y mil veces los mismos padecimientos, las mismas alegrías, el mismo vacío. Chocamos contra cajas sin un arnés que nos sostenga. Saltamos de los balcones del hastío cuando nadie puede rescatarnos. No hay colchones ni equipos de producción. No hay lluvias tecnodance para empaparse y olvidar, y saltar y vivir un poco, y morir un poco y sentir todo en uno mismo y ser uno en el todo. No es una obra, es la vida. No hay segundos actos. Hay primeros, y primeros, y primeros. Y la incertidumbre de no entender. Y el coraje de animarse. Y la frustración de equivocarse. Y las lágrimas de la nostalgia. Y la valentía de salir adelante. Y la ilusión de verlo posible. Y las sonrisas que rozan las orejas y achinan el rostro, inflando los cachetes de alegría, cuando al fin abrazamos el cuerpo que la felicidad haya querido tomar. Los ojos desorbitados cuando le hagamos el amor a la eternidad, cuando trascendamos los límites. Cuando el orgasmo de los dos sea hundirse en un polvo de hadas y estrellas, aprender sus trucos, vivir la magia y acabar juntos de escribir las historias infantiles que siempre soñamos y no pudimos terminar por falta de tiempo. Es la alegría de despertar al sol, acariciar el lomo del perro cansado, cruzar una mirada y matarse a lengüetazos con él. A veces dan ganas de escribir para siempre, sin pensar mucho en la continuidad, sino en esta letra. Esta. Y esta. Y si le encontrás sentido, me alegro. Y sino, me alegro también. Y si lo volvés a leer en un tiempo y entonces te parece lógico, o ilógico pero comprensible, más me alegro, porque te animaste a equivocarte, que es casi tan lindo como empezar de nuevo. Me voy a terminar por hoy y mañana será otra historia. Quizás la misma, quizá una totalmente distinta. Uno nunca sabe. No puedo no decírtelo, tengo muchas ganas de que estés: ¿Me acompañás?

martes, 20 de abril de 2010

domingo, 18 de abril de 2010

DXIV: Nuevo amigo

Ayer conocí a un amigo. Chiquito, tímido, pero valiente, de cabeza casi esférica, cuerpito morrudo y mínima estatura; vestía un buzo polar verde y azul estilo canguro, un pantalón de jogging y unas zapatillas verdes de lona, pero eso es lo de menos. Lo conocí en el 106 que va de Retiro a Liniers, a eso de las 5 de la mañana. Él estaba sentado en ese asiento individual que se ubica en la mitad del colectivo, pasando el espacio reservado para sillas de ruedas y casi en frente de la puerta de descenso. Ahí, solito, miraba con un dejo de descubrimiento cada movimiento que dábamos todos los que compartíamos destino o, al menos, camino. Me maravilló su mirada, su boca que connotaba todo lo que en su impecable respeto, callaba. Yo lo observaba cada tanto, tratando de no ser obvio ni invasivo, apoyado en los caños que sirven de amarre para las sillas de ruedas. En una parada sobre la avenida Córdoba, dos muchachos subieron y se ubicaron a la vera de mi amigo, charlando cosas triviales, jocosos y sin perturbar la calma. Pero visiblemente mi amigo se sintió incómodo. No sé si ante ellos o si repentinamente un término de la ecuación en la que estaba inmerso lo perturbó; algo le pasó. Empezó a mirarlos de reojo, miraba hacia atrás y al poco tiempo miraba por la ventanilla, para no ser descubierto tal vez. Volvía a observar, se preocupaba con los labios, el inferior siempre más hinchado y salido que el superior, se movía. Balanceaba las piernas y cruzaba los dedos, volvía a mirar por la ventana. Otra vez miraba a los pasajeros y cerraba los ojos con fuerza como intentando que el mal sueño desapareciera, pero no había caso. Entonces, en un rapto de honestidad y aceptación, levantó su cuerpito, cruzó el pasillo y se sentó arriba de un tipo casi idéntico a él. Indicó con la cabeza a su padre que ya no quería sentarse allá solo y se acomodó sobre su rodilla sonriendo. La preocupación se había desvanecido, ya estaba en casa. Al tiempo, los muchachos, que habían esperado parados un tiempo prudencial antes de sentarse por si mi amigo quería volver, se trasladaron a un par de asientos recién desocupados al fondo del colectivo. Sólo entonces, mi amigo volvió, se acomodó y siguió mirando tranquilo por la ventana.

Y pensar que tantas veces decimos vanamente cuánto querríamos ser chicos una vez más para disfrutar del mundo como en aquel momento y sin pensarlo tanto. Valiente mi amigo que cuando el entorno lo hastió y preocupó en demasía, buscó una pierna conocida en la cual sentarse, una palabra de aliento y un instante de comprensión, sólo para cuando el mal sueño haya desaparecido, volver a aventurarse al descubrimiento del mundo. 

DXIII: Blinded by rainbows



Did you ever feel the pain
That he felt upon the cross
Did you ever feel the knife
Tearing flesh that's oh so soft

Did you ever touch the night
Did you ever count the cost
Do you hide away the fear
Put down paradise as lost

Yeah you're blinded by rainbows
Watching the wind blow
Blinded by rainbows
Do you dream at night
Do you sleep at night
I doubt it

Did you ever feel the blast
As the semtex bomb goes off
Do you ever hear the screams
As the limbs are all torn off
Did you ever kiss the child
Who just saw his father shot
Do you ever she'd a tear
As the war drags on and on

Do you ever touch the night
Or is it just another job
Do you feel the final hours
Put down paradise as lost

Yeah you're blinded by rainbows
And faces in windows
Blinded by rainbows
Do you dream at night
Do you sleep at night
I doubt it

Do you ever fear the night
Could it be the war is lost
Do you fear the final hour
Do you kneel before the cross

You're blinded by rainbows
And watching the wind blow
Blinded by rainbows
Do you dream at night
Do you scream at night
Do you smell of fear
Is your conscience clear
Are you caked in sweat

Are your clothes all wet
Do you see the light
Is the end in sight
See the face of christ
Enter paradise
I doubt it

DXII: Hace falta

Andá caminando hasta la esquina, sorteá las piedras que vomita el cielo sin noquearte por completo, abrazá a un desconocido. Palmeá su espalda más fuerte que las rocas de hielo, alzá el vaso y tirale Johnnie. Regalalo a algún indigente que se acurruque en su frazada a la intemperie. No le soluciones la vida, emborrachalo para que hoy, al menos hoy, no sea un suplicio. Sacate el traje de superhéroe, caminá desnudo bajo la lluvia, amá tanto a quien llore por vos como a quien te haga llorar, pero elegí compañía. Caminá solo, de a ratos. Mandá un mensaje cada tanto, una llamada, una carta -mejor si no es digital-. Tomá conciencia de la inconciencia, no participes, o bancátela todos los días de tu vida. Morite un poquito a cada respiro, exhalá con ganas que seguramente sea la última. Dejá de soñar. Cumplí tus sueños. No anheles utopías, realizalas. Y las imposibles, tatualas o escribilas; compartilas, a todos nos gusta leerlas. Nos hace falta menos ropa y más abrazos. Menos sueños y más despertares. Menos miedos y más epifanías, más coraje. Más miradas cruzadas. Más caricias.

sábado, 17 de abril de 2010

DXI: ¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!



Garúa
Tango 1943
Música: Aníbal Troilo
Letra: Enrique Cadícamo

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón...

En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.

¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra...
Garúa... tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.

(letra original)

martes, 13 de abril de 2010

DIX: Ridin' on the rain...


Amo mi bicicleta. Odio que se me haya pegado el "amo" como calificativo para ciertas cosas que simplemente me gustan -me lo sacaré con el tiempo-, pero a la bici, al menos hoy, la amo con el alma. Más pero casi como a la lluvia que lava de todo, a la mugre que me quedó pegada en la remera y a Planxty con sus irish folk sounds. Hoy viajé. No estuve acá ni allá. En otro lado. Saqué prejuicios, expectativas, pensamientos y simplemente pedaleé bajo la lluvia. Se me venía ella a la cabeza, y me encanta que se me venga, porque no entiendo. No sé por qué se me viene, ni por qué me encanta cuando está y cuando no. Por que quiero que esté y que pedalee conmigo. Una vez me preguntó destino y no supe contestarle. Hoy no podría y mañana seguramente tampoco. Sólo sé que quiero que pedaleemos un rato. Bajo la lluvia es mejor, no hay como esos besos cansados bajo el cielo gris y los baches que nadie arregla como chiste maligno de la desgracia ajena. Estoy  sucio, pero lavado. Estoy que siento y que quiero. Estoy sintiendo ese twinkle para seguir alumbrándome cuando me pregunte a dónde ir. Estoy empezando andar bajo la lluvia...

DVIII: Twinkle twinkle little star...

lunes, 12 de abril de 2010

DVII: Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj.

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Julio Cortázar
Historias de Cronopios y de Famas

DVI: Caminando entre la urdimbre.

Alejandro Abt

Caminando por la calle uno se encuentra con todo tipo de gente. Está ese de pecho inflado, hombros robustos y severa seguridad en cada gesto. Ese que tiene la certeza impermeable de que tiene todo bajo control, la vida sobre rieles y siempre te canta la justa. Caminando te cruzás también con el inseguro, quizás bajo unas gafas de marco negro y exageradamente grandes, tal vez un poco pelado, rellenito, que vivió la vida como él quería pero no se amoldó a los estándares y hoy que quiere, no puede -y le duele-, pero se conforma sabiendo que no hay vuelta atrás. También está el anti, el rebelde. Ese que puede hacerlo desde una sonrisa o desde el resentimiento, el clown y el punk. Todos ellos, a su vez, amados, amantes, drogadictos, borrachos, felices, amigos, distantes, hijos, hermanos y padres. Varios, bastante hijos de puta. Cada uno comprando su visa a la tolerancia que se da a pagar en cuotas eternas de felicidad. Caminando por la calle, entre las sombras que proyectan los edificios, bajo los nefastos avisos publicitarios que tapan el sol y el horizonte y entre la jauría hambrienta que cree que le dan de comer de la mano cuando en realidad es víctima de su propia carnada, nos perdemos momentos de paz. Compramos una cosa. Una sola. En cuotas. Y subsistimos. Así envejecemos, con esa compra tan hermosa que nos dio una razón para vivir. Al menos una. No vale de nada vivir la eternidad girando sobre engranajes ajenos que sabemos equivocados. No vale nada seguir caminando un camino seguro que no se disfruta, aunque lleve a un futuro más certero. No vale tampoco quedarse al márgen de compartir la felicidad con otros. Pero tampoco no alcanzarla o perderla en cuotas por esa sola atadura al mundo de la hipocresía. Happiness only real when shared.

sábado, 10 de abril de 2010

DIV: Errare humanum est.

A veces el mundo se hace diáfano, aclara el cristal empañado en una infinita tertulia de polvo y estrellas. La vacuidad como emblema, y la razón perdida como implicancia. Pasiones al extremo, pero con paso asustado. Ni el disfrute pleno. Semana de búsqueda, de avistamiento de nuevos horizontes, bien alejados de mi tierra firme que tanto parece estar tragándome. Me aferraré a la muerte sólo si es el mejor pasaje, encenderé la mecha del día en el andar de nuestros pasos, nuestros errores. Nada completa. Nada que tomar, nada que fumar, nada que coger. Nada que decir. Nada. Corren tiempos de telón. Que cierre la función definitiva, o que inicie una nueva algarabía. Errare humanum est. Todos metimos la pata en el tarro de mierda cientos de veces. En el nuestro, en el de nuestros valores. Y es horrible. Casi tanto como la incapacidad de sentir otra vez. ¿Qué opacó mi sensor pasional? Mami, te amo. 

jueves, 8 de abril de 2010

DIII: John Butler Trio, Ocean

DII: Hablemos de amistad


Un amigo está ahí. Un amigo está. Otro amigo, ahí. Terminología abstracta, lejana y difusa como el polvillo de la grava recorrida que le llueve al cielo. Un amigo está ahí, y yo no supe sentirlo. Charlie no supo sentir ni decir papá, así que no me preocupo. Pero al final, el papá está. Y el amigo está. Ahí o acá, pero que lindo es que esté. Los tiempos y respetos, la empatía de vibrar en la misma frecuencia, en syncro, a un tempo congruente y consistente, aunque tan cambiante que no haya melodía capaz de soportarlo. Amistades de botellas vacías y vasos medio llenos. De atardeceres y amaneceres, y de noches acompañándose en la ruta. Fieles. Un amigo está ahí, otro acá, y uno desconocido hace dedo buscando tránsito más que destino:

-¿A dónde vas?.
-A la tierra inalcanzable, pero voy y voy con vos.
-¿A cumplir tus sueños?
-A soñar mis sueños.
-¿Para descansar de la rutina?
-Para soñar mis sueños.
-¿Y nada más? ¿Y de pensás vivir?
-Con qué -dijo, enfatizando el con-, querrás preguntar en todo caso... Y respondete fácil mirándote al espejo.
-Pero de un amigo no se vive.
-Ni tampoco del dinero, ni la materialidad.
-No, pero al menos tenés la libertad de hacer cosas; viajar, comer afuera, ir al cine...
-Tenés la responsabilidad -lo interrumpe-, de su cuidado, su administración, y de convertirte en el esclavo de tus posesiones.
-Y sin nada no tenés la libertad de tener todo lo que te dije antes.
-Tener, tener, tener... No se trata de tener, se trata de sentir. Y de estar. Y al fin y al cabo, mi amigo, acá estamos.
-Puede ser, qué se yo -dijo, dubitativo. Yo tomo la 3 acá hasta Paysandú, ¿querés seguir?
-Me bajo acá, me gusta el mar y el horizonte. La Interbalnearia es mi lugar inalcanzable. El tránsito es mi tránsito, y las aguas son mis aguas. Esas posesiones que no se tienen, que son. ¿Querés acompañarme?
-¿Y, pero sabés qué pasa?
-No se contesta una pregunta con otra pregunta, ¿querés venir?
-Si.
-Y vamos.
-¿A dónde?
-A la tierra inalcanzable, pero vamos. Y vamos juntos.

Y se fueron juntos, ni tan inmiscuidos en su propio vacío personal, ni tan atados a sus franqueables verdades. Juntos y agradecidos por haber encontrado alguien tan par y a la vez tan dispar, para compartir un rato junto al océano azul. Un amigo está ahí, otro acá, y aquel quién sabe.

martes, 6 de abril de 2010

DI: Hablen, tienen tres minutos.

Hablen, tiene tres minutos.

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.

Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,

porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.

Julio Cortázar
Salvo el Crepúsculo

lunes, 5 de abril de 2010

D: de descubrimiento



D. De de dedo. De de didascalia -de las palabras que conocí, una de las más bellas-. De que se bate a duelo frente a un espejo infiel, de de dar y de de propiedad. De de quinientos, de de dos mil y también de dos mil diez. El ámbar de un crepúsculo charrúa, fundiéndose con el alunecer contiguo del horizonte y la ruta sola. De de historias, de de Uruguay. Del otro lado del charco. Encandila el retorno del viajero empedernido, nubes de luz y polvo entorpecen la mirada y la vuelta a casa sobre el asfalto. La galaxia entera sobre nosotros, casi tan cierta como la certeza de que somos las hojas que abraza el aire y enaltece la Sudestada. Historias contadas con mate en mano y termo abajo del brazo. Aves migratorias brindando a su salud en el Roldós del Mercado, quebrando la tarde en un ahogo de Medio y Medio. De de mitos y de leyendas. De de desesperanza en una ciudad tan gris como esos días que uno omite en su biografía. De de Ismael susurrándote al oído. De de vuelta a casa y de de ganas. De de ganas de descubrirte.