domingo, 28 de febrero de 2010

CDLXXIX: Río Gallegos

Los lugares feos y muertos, son también un lindo paseo. Porque no tienen ni la mística de algunos lugares imperdibles, ni la propaganda de los centros turísticos, ni, mucho menos, ese boarding pass a un viaje interior que algunos lugares paraturísticos, con los que usualmente damos por causalidad, suelen regalar a nuestra visita. Allí donde las golondrinas vuelan bajo pero nadie pesca y los recitales masivos se dan a kilómetros de distancia, más allá de su cualidad de capital provincial, uno puede sanar. De un dolor de cabeza, una contractura o del vacío diáfano de un sentir ausente. Estoy casi seguro que el fenómeno se da, porque no hay nada que esperar, nada por perder ni por ganar, más que los pasos que demos hacia un lado o el otro. Y posiblemente de lo mismo en qué dirección vayamos, no llegaríamos a ningún lado. El paisaje es idéntico durante horas, desde arriba y desde al lado. Pero es el sur. Y el sur cura. Y para colmo, a la vuelta, tuve la oportunidad de volver al fin del mundo. No más que minutos, y sin pisar sus tierras, pero sabiéndome allí. Una vez más, parado de cara al principio de todo.

CDLXXVIII: Freento the wild

sábado, 27 de febrero de 2010

CDLXXVII: En vuelo

La obscenidad de una aeronave es estridente en todos sus modos; reverbera así su trueno desafiante ante el endeble poder gravitatorio derrotado, y la soberbia altitud militante y compañera aunque de estrellas solamente. Cuan factible es desde aquí, creer que el parámetro divino y sus papiros -transmitiendo siglo a siglo verdad y conocimiento sobre los cimientos de la fe- han de haber sido redactados en plena ruta aérea. Cielo e infierno, ahora si, en su debido lugar. Y la esperanza del hombre, solo este instante suspendido en el tiempo, algo más evidente, pero tan librado al azar como los destinos de aquellas hormiguitas que invisibles a nuestros ojos, siguen creyendo en el empírico y absoluto gobierno del saber, comerciando con su sangre por un título de propiedad y asesinando en nombre de su verdad. Aquí entre las estrellas todo es rotunda y drásticamente diferente; un día nublado es un día sin tinieblas; lo absoluto es prescindible, y este puente, tan débil como una despresurización repentina. Así es como aquí, trascendiendo la ventana al universo que se abre como nunca, todo es belleza. Tanto las fulgentes compañeras, como aquellos ínfimos y empequeñecidos dominios de Luzbel, de cuya truculenta realidad hemos sido ya advertidos.

jueves, 25 de febrero de 2010

CDLXXVI: Pappo Ruge

No sufras mas Abelardo, para todos es igual.
Simplemente que las cosas hay que saberlas tomar.

martes, 23 de febrero de 2010

CDLXXV: Dos textos prestados

Es triste el espectáculo de la gente al acostarse; se ve claro que les importa tres cojones cómo vayan las cosas, se ve claro que no intentan comprender, ésos, el porqué de que estemos aquí. Les trae sin cuidado. Duermen de cualquier manera, son unos calzonazos, unos zopencos, sin susceptibilidad, americanos o no. Siempre tienen la conciencia tranquila. Yo había visto demasiadas cosas poco claras como para estar contento. Sabía demasiado y no suficiente. Hay que salir, me dije, volver a salir. Tal vez lo encuentres, a Robinson. Era una idea idiota, evidentemente, pero recurría a ella para tener un pretexto a fin de salir otra vez, tanto más cuanto que en vano daba vueltas y más vueltas sobre aquella piltra tan pequeña, no lograba pegar ojo ni un instante. Ni siquiera masturbándote, en casos así, experimentas consuelo ni distracción. Conque te entra una desesperación que para qué. Lo peor es que te preguntas de dónde vas a sacar bastantes fuerzas la mañana siguiente para seguir haciendo lo que has hecho la víspera y desde hace ya tanto tiempo, de dónde vas a sacar fuerzas para ese trajinar absurdo, para esos mil proyectos que nunca salen bien, esos intentos por salir de la necesidad agobiante, intentos siempre abortados, y todo ello para acabar convenciéndote una vez más de que el destino es invencible, de que hay que volver a caer al pie de la muralla, todas las noches, con la angustia del día siguiente, cada vez más precario, más sórdido. Es la edad también que se acerca tal vez, traidora, y nos amenaza con lo peor. Ya no nos queda demasiada música dentro para hacer bailar a la vida; ahí está. Toda la juventud ha ido a morir al fin del mundo en el silencio de la verdad. ¿Y adónde ir, fuera, decidme, cuando no llevas contigo la suma suficiente de delirio? La verdad es una agonía ya interminable. La verdad de este mundo es la muerte. Hay que escoger: morir o mentir. Yo nunca me he podido matar.

En Viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline. 

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Pero dos días más tarde (los dos días que Viena, según los resultados de la contabilidad final, terminaría robándole a Londres), cuando entraron a la Osterreichische Galerie, al salón de los Klimt -Rímini desafiante, Sofía débil y adorable, envuelta en un poncho como una beduina invernal, los dos alegrando el aire caldeado con las nubecitas blancas que traían de la calle-, Rímini sintió el amparo de quien vuelve a una patria después de un largo exilio de tristezas. Recorrió las salas, amodorrado por la suave luz amarillenta, y miró los cuadros con un desgano feliz, como si estuviera tan lejos de todos que ni la belleza pudiera malograr su bienestar. Se detuvieron ante El beso y lo contemplaron abrazados, víctimas de ese mimetismo que se apodera de los enamorados cada vez que miran la imagen que siempre han creído que los mira y les habla. “Ya pasó lo peor”, pensó Rímini, y cuando quiso nombrar “lo peor”, lo que le vino a la mente no fue Viena, ni los contratiempos del idioma, ni la fiebre, ni siquiera el dinero y el tiempo que el “error austríaco”, como había pasado a llamarlo, les había robado, sino la simple posibilidad, que no vislumbraba en el futuro sino en el pasado en ese par de horas que dos días atrás había pasado solo, de que Sofía, esa masa de calor pequeña y compacta que ahora se apretaba contra su cuerpo, hubiera desaparecido de su vida para siempre. Como el sobreviviente que cada noche, antes de dormirse, asiste una y otra vez al accidente que casi lo mata, y sólo después de revivir sus pormenores descubre que ese día no hubo distracciones, ni pavimentos mojados, ni autos fatales, y que ese accidente que nunca tuvo lugar aun así le ha robado una parte de su porvenir, abriéndole una herida horrenda en el alma, Rímini volvió a verse lejos de Sofía, se vio sin ella, y esa figura huérfana, como saqueada, lo heló de espanto. Acababa de ver lo que queda de un hombre cuando a todo lo que es, todo lo que cree ser, se le resta la mujer que ama.

En El Pasado de Alan Pauls.

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Gracias M por los cuentitos de las buenas noches.

miércoles, 17 de febrero de 2010

CDLXIX: Música pal enfermo crónico



Aunque merece recordar el principio eterno:

Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá.
Estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré.
Ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre,
un corazón podrido de latir.

Este pez ya no muere por tu boca,
este loco, se va con otra loca.
Estos ojos, no lloran más por ti.

Y olé!

sábado, 13 de febrero de 2010

CDLXVI: Ordenando el cuarto (1)

¿Volviste? Estás volviendo... Si, vos vas a volver por completo, pero yo no voy a largarte ni dejarte a la deriva. Hoy empecé a acercarme  y fui feliz, con tu respuesta, con tu sonrisa perfecta, que ojalá no se borre de pronto... Amo sentirte cerca, y me mata la ansiedad, pero ahora empieza la lucha más árdua (mi lucha más árdua); la de estar cerca, esperando el sutil rocío de caricias, el calor de tus abrazos en invierno, el temporal de besos que se avecina, sin llegar del todo. Es una forma como un cielo bajo, cargado de nubes gordas y electrificadas, que no escurren una sola gota. Y recémosle a los dioses del tiempo, que desaten la tormenta... Que aunque sea el diluvio final, valdrá la pena estar sin paragüas.

5/5/09 - 1:13

jueves, 11 de febrero de 2010

CDLXV: Nonsense

El producto del hombre y el sin sentido no es otro que un mundo de significantes. Palabras sueltas, como sonidos etéreos o chirriantes: ablahémines, dorchtikovf, aregnil, jjepehuét. Así, sin más; proponiendo matrimonio o condenando a muerte. Para qué escribir, para qué hablar, para que amar sin poder susurrárselo al oido mientras duerme... Para qué, si nada tiene significado, si nos adentramos buceando en el mar gélido del significante eterno. Salir a la superficie, a veces, es abrir los ojos inexplorados de otra percepción. El poder ambiguo de la ilusión de realidad.

miércoles, 10 de febrero de 2010

CDLXIV: Mr. America

Blow Job, 1964.


Edie Sedgwick



Little Electric Chair, 1965.


"La gente se complica la vida con sus fantasías. Sin fantasías, no tendríamos problemas porque aceptaríamos lo que fuera. Pero en ese caso no existirían los romances, porque el romance consiste en encontrar tu fantasía en gente que no la cumple"

"El sexo es una ilusión. Lo más excitante del sexo es no tener relaciones sexuales"

Andy Warhol

martes, 9 de febrero de 2010

CDLXIII: Absolut Molotov

CDLXII: Maxi

Hoy es el cumpleaños número veintiuno de Maxi. Ayer -o un día de estos que pasó- soñé que Maxi se moría. La gente dice que soñar que otro muere, es alargarle un poco la vida. La Ley decía que los veintiuno indican mayoría de edad, ahora ya no. La misma gente de antes, dice que para los cumpleaños hay que regalar cosas. Yo me acordé de Maxi. Quizás no de la mejor manera, o tal vez sí. Regalándole un poco más de vida o soñándolo muerto que, para la gente, es lo mismo. Maxi... ¿qué será de vos?

lunes, 8 de febrero de 2010

CDLXI: La Peronósfera

Uno comprende el maniqueísmo acérrimo tan característico e inescindible a la argentinidad; el Boca-River constante, traspolado a todos los ámbitos de la vida. Y en ese marco, más simple se nos hace poder comprender, aunque no necesariamente participar de ellas, las posturas excesivas, casi fanáticas, tanto de los defensores como de los detractores de cada dogma.

El fútbol y la política son los dos ejemplos más claros donde podemos encontrar esta situación. Boca y el Peronismo, los principales exponentes de esta polarización que acaricia la patología con erotismo. La fanatización no sólo pretende perdurar en el tiempo trascendiendo los límites de la realidad, sino también crecer en número y forma para continuar el proceso de aplastamiento sobre el eterno rival, sea cual fuese -y que, por complemento, es su única fuente de exsistencia-. Por eso las estrategias de difusión, adquisición y fidelización de nuevos "miembros" de sendos dogmas, se actualizan y crecen con el tiempo.

La revolución tecnológica dio lugar a la mas anárquica expresión de la que el mundo había sido testigo; todos pueden alzar su voz en la web, para hacer propaganda sobre ese ícono que debe mantenerse en el tiempo como objeto de deseo, aspiracional de masas y tribunas, por los siglos de los siglos. Pero digo yo, me pregunto, cuestiono, indago, dudo, lloro de risa y de lástima... ¿Hasta qué punto se justifica la existencia de LA PERONÓSFERA?



Creo, en mi humilde opinión, que esto se fue al carajo.
Pobre General, tan vejado
por el tiempo...

viernes, 5 de febrero de 2010

CDXLIX: El lobo estepario

Pero uno de los trozos de Harry estaba representando una comedia otra vez, llamaba al profesor un hombre simpático, suspiraba por un poco de aroma a humanidad, de sociedad y de charla, se acordó de la bella señora del profesor, encontró en el fondo muy agradable la idea de pasar una velada junto a amables anfitriones y me ayudó a pegarme en la barbilla un tafetán, me ayudó a vestirme y a ponerme una corbata a propósito, y suavemente me desvió de seguir mi verdadero deseo y quedarme en casa.

Al propio tiempo estaba pensando: lo mismo que ahora yo me visto y salgo a la calle, voy a visitar al profesor y cambio con él galanterías, todo ello realmente sin querer, así hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres; a la fuerza y, en realidad, sin quererlo, hacen visitas, sostienen una conversación, están horas enteras sentados en sus negociados y oficinas, todo a la fuerza, mecánicamente, sin apetecerlo: todo podría ser realizado lo mismo por máquinas o dejar de realizarse. Y esta mecánica eternamente ininterrumpida es lo que les impide, igual que a mí, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer y sentir su estupidez y ligereza, su insignificancia horrorosamente ridícula, su tristeza y su irremediable vanidad.

¡Oh, y tienen razón, infinita razón, los hombres en vivir así, en jugar sus jueguecitos, en afanarse por esas sus cosas importantes, en lugar de defenderse contra la entristecedora mecánica y mirar desesperados en el vacío, como hago yo, hombre descarriado! Cuando en estas hojas desprecio a veces y hasta ridiculizo a los hombres, ¡no crea nadie por eso que les achaco la culpa, que los acuso, que quisiera hacer responsables a otros de mi propia miseria! ¡Pero yo, que ya he llegado tan allá que estoy al borde de la vida, donde se cae en la oscuridad sin fondo, cometo una injusticia y miento si trato de engañarme a mí mismo y a los demás, de que esta mecánica aún sigue funcionando para mí, como yo si yo también perteneciera todavía a aquel lindo mundo infantil de eterno jugueteo!

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Fragmento de El Lobo Estepario, de Herman Hesse.
Chispa: La Conz-uda-.

jueves, 4 de febrero de 2010

CDLVIII: Los Vagabundos del Dharma



"Y me prometí que iniciaría una nueva vida.
Vagabundearé con una mochila,
seguiré el camino puro."
Jack Kerouac

Los Vagabundos del Dharma es la biblia metafísica de los hippies. Es el punto de partida de una nueva forma de vivir, más cercana a la naturaleza, que concibe la vida como un viaje impredecible que enajena la cómoda seguridad burguesa que tan pocas respuestas otorgaba a los jóvenes de la patria del consumo. Kerouac y sus amigos son pre hippies, son quienes produjeron el renacimiento de San Francisco. En este libro se lee como vivían los beatnicks, entre fiestas interminables en las que hacían lecturas de poesía, improvisadas como el jazz, en las que se embriagaban con vino y algo de marihuana, y se desnudaban para bailar en rondas alrededor de fogatas. Pero no todo era fiesta, los pre hippies eran más arriesgados que los hippies. Kerouac, como un monje errante del extremo oriente, casi un mendigo, busca la vida como si fuese un puente, sin construir una casa sobre ella.

Mucho antes que los Beatles visitaran al Maharishi, mucho antes que Osho visitara California, Kerouac, impulsado por su amigo Gary Snyder, descubre el budismo y los pasos que da ascendiendo una montaña son constantes metáforas hacia el encuentro del Dharma, la rueda de la verdad budista que todo hombre puede hacer consciente. Era un camino espiritual desconocido en Occidente, una puerta que abrió a un conocimiento que hoy vemos mercantilizado en los gimnasios de Yoga y las visitas del Dalai Lama. Kerouac profetiza una revolución de las mochilas, miles y hasta millones de jóvenes con mochilas y subiendo a las montañas a rezar, todos ellos lunáticos zen que andan escribiendo poemas que surgen de sus cabezas sin motivo y siendo amables y realizando actos extraños que proporcionan visiones de libertad eterna a todo el mundo y a todas las criaturas vivas.

Esta nueva forma de vida exigía una nueva forma de escribir, más espontánea, sin caer en juegos intelectuales. Kerouac escribió este libro en 1958, en apenas once días.

"Vagabundos del Dharma negándose a seguir la demanda general de la producción de que consuman y, por tanto, de que trabajes para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan y que siempre termina en el cubo de la basura una semana después."

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Texto original, acá.
Chispa: Sole, gracias!

CDLVII: Mañanas campestres

miércoles, 3 de febrero de 2010

martes, 2 de febrero de 2010

CDLV: By my own

What I hate is what you love. A veces no. A veces lo mismo. Odiamos, digo. Y amamos. Igual. Todos. Vos y yo. El y yo. Ella y él. Ella y yo. Grito de día. Me río. Veo YouTube, y la risa me nace exagerada de bloopers. Me sorprendo de una publicidad. Ansío con inminencia la sexta de Lost. Tomo cerveza, y me voy a la mierda. Desaparezco, hablo estupideces y me voy a dormir. Me hilvano, soy parte. La urdimbre. El pajar. Un poquito, para no ser este zombie que acá escribe. No creo, pero hago creer que creo. Y me sale bárbaro, más cuando alguien cree por mí, y también me lo hace creer. Me encanta. Muertito... Como esos que ya me chupa un huevo ver en las noticias. Son tantos, tan inflados, tan difamados; tan lejos... Si quizás estuvieran más cerca. Quién sabe... 

No me importa. 
No quiero tener razón, porque no quiero confrontar. 

Ser. 
BMO.

lunes, 1 de febrero de 2010

CDLIV: Paja

Me dan paja. La libido les explota, las hormonas revolucionan, y se encaman con el/la primer/a gauchito/a que se les cruza. Se ennovian, comprometen y se cagan. Salen de garufa, se mienten, se "teletrasportan" -para que vean que actualizado estoy-, y vuelven a casa a seguir garchando, ahora con el/la oficial de turno. Creen que crecen, progresan laboralmente, maman toda la gilada que el establishment les vende, y se chupan y se garchan, y se cagan -de vuelta-, para festejar un papel cuyo destino es el cuadrito de la oficina, o el currículum futuro. Cuando están cansados, y compraron suficiente mierda de la que aferrarse estúpidamente -naifmente, pobres idiotas-, se vuelven a garchar -¡les encanta cogerse!-, pero ahora sin globito. Ahora buscan engordarse de las cartas de amor inconclusas, quizás tanto mas sinceras. Y así se abrazan y se festejan a sí mismos, regalándole al mundo otro tirano, otro rebelde u otro ser inerte, sin hacer nada por que su futuro hogar sea más apacible, sin sentir conciencia más que la individual. No hablo en tercera persona porque sea distinto. Sólo digo que hubiese garchado antes, que ya hubiese tenido dos hijos -al menos-, que habría aprehendido, y que ya me hubiera equivocado. La misma o mayor cantidad de veces que aquellas piezas de un ajedrez preescrito, determinado de antemano por un orden deleznable. Pero no. No era tiempo para ellos; para la tercera persona omnipotente. Pasa que me dan tanta paja esas sonrisitas hipócritas cuando quizás hubiese sido tanto más real en otro momento... Tanta paja.

CDLIII: Hablar con acciones.