sábado, 31 de octubre de 2009
CCCLXIII: Lluvia, sol.
Llueve por la ventana del tiempo, llueve el pasado y el futuro. Me llueve el mundo. La particularidad menos inherente a las pequeñas gotas de agua que caen tras el vidrio, es que al más mínimo rayo de sol que las atraviese, un arcoiris distinto se dibujará. Cuanto más llueva y más se anime el sol, mejores paisajes, mejores tesoros al final de esa gama de colores que se dibuja en el cielo. Quiero que llueva, que llueva fuerte. Y rezo también por la energía de un sol caprichoso que no debe dejar de querer salir.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
19:40
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