jueves, 28 de octubre de 2010

DLXXX: Huella imborrable

La esquina que llega, la muerte que ahí viene. Retazos ahogados por el desdén del olvido, si la semilla del ad eternum nunca hubiere sido sembrada. Relámpagos en la noche, pasiones del supramundo que reverberan en nuestras vidas, cada vez más cortas, como la nana que de pequeños cantó la abuela a la cabecera del sofá. Huellas tan invisibles como imborrables, se impregnan por acto inerte en el pavimento de lo que fue, relativizando con extrema incerteza el andar de próximos vagabundos. Caminos llenos de huellas, baches y lineas rectas. Hastíos entre las lágrimas de esos recuerdos que son de siempre y que son de todos. Sentires desencarnados que embanderan con militancia, la sangre ya derramada. Y la muerte, esa puta muerte, acongoja hasta al más estóico. Acongoja aunque el ideal, no muera ni en balaceras.