sábado, 21 de noviembre de 2009

CCCIXC: G#

La caprichosa palpitación que persiste desde aquel mayo feroz que inundó las sábanas, condenando a un vil naufragio a nuestros sueños, sigue imperceptiblemente vigente. Toda certeza quedó enclaustrada en el sinfin de los interrogantes, y cada respuesta en uno más. El estoicismo de la relación quebrantada por la fuerza, de las camas separadas que son vías sin retorno de un tren definitivo, de las pestañas hilvanadas. La melodía del después hace trinchera sobre la línea segunda, Sol sostenido afinado hasta en sus silencios. Medio año de soledad, la compañía más precisa. Bendito seas, Gabriel García, de haberla vindicado secularmente junto a tu nombre en el papel. Bendito el tiempo, más no la forma de nuestra compañía. 

1 comentario:

Mauro Fernández dijo...

¿Para qué esperar medios días para cumplir la regularidad del tiempo preciso? ¿Para qué, si los seis meses parecieron siglos y a su vez segundos? ¿Para qué si el tiempo va a olvidarse de uno y entretenerse en el juego de la subjetividad?

Dejo los tiempos mesurables para los preceptos sociales que los requieren urgentes. Si para ellos mi compañía es un recuerdo, y mis recuerdos mi presente. No nos entendemos, no me interesa que nos entendamos...

Mi mundo, mi tiempo, mi espacio...