martes, 14 de octubre de 2008

LX

El olfato me juega una mala pasada, y por favor pido no se lo subestime. No creo que haya sentido más melancólico que el olfato, tal vez peleando cabeza a cabeza con el maldito gusto, que denota pertenecia y lugar de origen. Pero los aromas son aún más crueles, haciéndose presentes como ahora, y siendo vestigio sinsabor, de una omnipresente añoranza. Ni escapando de Buenos Aires estoy a salvo de que a una desconocida dama se le antoje usar el mismo perfume que el amor. Porque el amor usa perfume, y creo que todos lo tenemos bien presente, más allá de que sea distinto para cada uno de nosotros. El café con crema de Juanes me impide emprender una huída veloz hacia el presente. Mientras, Ricardo y Luis Alberto se baten a duelo en la absurda dicotomía de si hoy es hoy, u hoy es mañana. Yo puedo afirmarles que hoy, específica y concretamente HOY, es ayer. Y espero, siguiendo lineamientos de raciocinio, que mañana pueda, al menos, disfrutar un poco de este hoy, tan gris.

No hay comentarios: