sábado, 13 de septiembre de 2008

XXXI

El submarino del Tortoni apesta. Me declaro culpable de, en 19 años de vida, no haber pisado uno de los "lugares queribles de Buenos Aires" según el Gobierno Porteño, o un gran pedazo de historia y cultura, desde mi punto de vista. Debo agradecerle a un amigo de siempre, por haberme llevado (e invitado, ¡todo un caballero!), pero reconozcamoslo: el submarino, tiene un sabor tan insulzo, que lastima. Ahora bien, les recomiendo de corazón, que no prueben nunca el chocolate caliente, porque no van a poder volver a salir a tomar algo, si no es a ese Café. Realmente uno podría fabular, mientras disfruta su exquisito sabor, que un mozo voló fugazmente a la bella "Casa de Té: Arrayán" en San Martín de los Andes, e importó semejante delicia a nuestro Buenos Aires querido, en tan solo 5 minutos. Gracias a Dios no fui lo suficientemente selectivo al momento de ver la carta como para elegirlo, porque sino, no estaría hoy aquí. Creo que podrían encontrarme sin pulso, sentado en una silla o tirado sobre la circular mesa de mármol, con una alta sobredosis de chocolate caliente.

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