domingo, 7 de septiembre de 2008

XXIII

Que novela nos armamos en torno a la fidelidad, ¿no es cierto? Suele verse al amor como una empresa posesiva, omnipotente, y muy poco tolerante. No creo que amar sea la obligación de las partes a no tener sexo con terceros (porque, vale aclarar, puede compartirse todo menos el sexo, al cual supimos cargar con altos grados de valor simbólico e inexistente). Tampoco, que esté librado a la voluntad, ya sea del hombre o de la mujer, si a fin de cuentas la relación llegaría a su fin, por tal razón. Será tal vez que no sepa lo que es el amor, pero me juego el pellejo a que es algo más que los "mi amor" que regala la gente por la calle o en comunidades virtuales. Así y todo, no sólo me siento en concordancia armoniosa y/o espiritual con quién hoy tengo el placer de compartir mis instantes, sino que además, intento serle fiel hasta a mi peluquero (y eso si que es tener tolerancia, ¡con las cosas que ha hecho el maldito!). Pero escribo para internalizar, para analizarme, y para lograr, algún día, lo que ha interpretado uno de los grandes "gustavos" del rock...  no seguir maquinándome.

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