jueves, 11 de septiembre de 2008

XXVII

Morir en vida, no es tan absurdo, viejo. Ni es alterar lo natural. A fin de cuentas es una recreación del fin ulterior de nuestro destino. Pero es hermoso, poder renacer de las cenizas, como un Ave Fénix, derrotado, pero aún con fuerzas. Sentirse totalmente vacío, puede ser la sensación más insulza, pero antagónicamente hace no tener nada que perder. Si vivir sólo cuesta vida, no se por qué sufrir el desgarro de las posesiones. Y por posesiones hablo de casas, autos, ropa, amores, formas de ser, entre tantas otras cosas. No estoy siendo para nada práctico al escribir, no estoy corrigiéndome, no estoy releyéndome. Definitivamente, quiero hacer catarsis o decir lo que creo, sin preocuparme, esta vez tanto, por la estética linguística. Así y todo, no quiero ser irrespetuoso y faltar en el honor a las palabras, diciendo insensateces. Por las dudas de que ya sea tarde, me voy y vuelvo en un rato. Y si tengo suerte, vuelvo también en un rato (o en cualquier momento), a la vida.

Como mirar hacia la pared, e imaginar su mirada...

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