jueves, 22 de enero de 2009

CLXII

Las horas pasan y yo, sin tu amor. Tiempo objetivo, tiempo subjetivo. Días o años. Una noche y un par de horas leyéndome, unos días lejos, las formas que se extrañan. Extrañan enternizarse en la fundición de los cuerpos; en el juego imprudente de lenguas revoloteando, en mares de saliva tibia y compartida. Pero son formas, sólo formas. Formas que se acarician el pelo sutilmente, al mismo tiempo que por la retina de los ojos, descubren el cerebro de la persona amada. Son las formas también que se agitan encimadas en una estructura tan desestructurada como su amor. Las formas que se extrañan y se viven. Pero el alma... tu alma, negrita, vive en mí.

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