jueves, 15 de enero de 2009

CLII


12 de Mayo de 2007. Una estrella única, fulgente y pura. Un pequeño satélite áureo, circundándola. La idealización. El tiempo y la distancia. Los momentos compartidos sin saberlo. Su juego infinito, encubierto; mi inocencia. La verdad y el olvido. Mejor dicho, el intento del olvido. ¿Cómo des-idealizar? Imposible. Pero en mi defensa, alego total compromiso para con ese fin. Tiempo y más tiempo, moldeando a su piacere -como siempre-. Ojos encontrados sin buscarse y una verdad profunda en el momento más impensado. Una reacción espejada. La empatía absoluta. El asiento de adelante, irreverente, que más adelante se cobraría un mayor grado de irreverencia, de fantasía, de pasión. Mi irrefrenable pulsión de sacar el cuerpo por la ventana y gritarle sus miserias a los altos edificios de Puerto Madero. Sheryl Crow, singin' God Bless This Mess, y yo recibiendo la bendición. Tiempo púdico, tiempo ausente. Two dot Zero. Nuevo encuentro y la efervecencia de la HB. Un saludo y nuestros espíritus ya correteaban, inquietos, en el limbo de las utopías y los colores. Jugaban bajo un arco iris indeleble, bajo la superficialidad de nuestras palabras. Y esa vidriera que siempre fuimos, repentinamente se fue espejando. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Y entonces, ese protón contenido de energía universal y compartida, no soportó tanta vehemencia. Big Bang. Y no solo volaron planetas; volaron plumas. Infinitas plumas blancas, marrones, con punta o sin punta. Una única que, acariciando su olfato con impertinencia amorosa, me abrió las puertas al paraíso. Y no sólo volaron planetas y plumas; volaron espejos. Espejos caleidoscópicos que introyectan las miradas y las proyectan en la belleza empática que se desnuda ante nuestro cerebro desesperado. Espejos que no dejan de ser espejos, sino para transparentarse y mostrar su alma impúdicamente. Espejos que edifican la búsqueda del espíritu. Y no sólo volaron planetas y plumas y espejos; volaron libros. Libros que contaban nuestra historia desde distintas perspectivas. Libros que encarnaban a los planetas, a las plumas, a los espejos; encaminándonos nuevamente en la altruista tarea de pacificar al ser amado. Libros que abren la mente. Porque no sólo volaron planetas y plumas y espejos y libros; volaron príncipes, desiertos, hortensias, serpientes, mariposas, panaderos, gaviotas, mares, cartas, cielos, soles, noches, música, poesía, libertad. Volo mi ser y voló su ser. Volaron, para encontrarse apasionadamente en la eternidad de los instantes. Por eso son eternos, por eso somos eternos. Por descubrirnos mágicamente en la eternidad que trasciende el tiempo. Por encontrarte siempre, infinita.

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