sábado, 17 de enero de 2009

CLVI - Hurtos 1: Oliverio Girondo

En este período de identificaciones y frustraciones que Egosincracia comenzó a atravesar, nace la primera "sección" del blog. Nace "Hurtos"
Así, los días sábado, que es sabbath y me permite mis licencias, se encontrarán con escritos ajenos. Algunos de reconocidos poetas, vernáculos o no. Otros, de simples mortales como yo, que estructuran la efigie de sus vendavales internos. Los dejo en buenas manos.


¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!

¡Todo era amor!
Oliverio Girondo

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