lunes, 15 de diciembre de 2008

CXX

El largo camino, el sol quemando mi piel, los caminos compartidos. Una llegada, un destino, pero con infinitas variables. La amistad repentina, el encuentro. Las congruencias y todas aquellas que no. La vida pasando por delante nuestro, cargada de emociones y sentimientos. Distintos e iguales. Partes inescindibles de un todo cargado de pasión. Las coincidencias. Ser parte de un puente, un ingreso, un estadío. La arena y el sol que se perciben en el alma. La previa, los preparativos. Sonidos espirituales se cuelan por mis poros para dar forma a lo que alguna vez supe ser. El comienzo de un trance, de un espejismo. Lentamente los cuerpos se aglutinan en un festín deforme pero uniforme. La agitación, la pasión. Los cuerpos transpirados y el recíproco sentir de las almas intervinientes del banquete. Entendiéndose, compenetrándose. Sabiéndose únicas e inseparables. Transpiración, gritos, gemidos de dolor y de pasión se fundieron en un solo momento. Uno irrepetible e incomparable. Uno que dio forma a mi fin de semana. Uno que bien podría ser un recital de La Renga. Uno que no tanto...

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