miércoles, 31 de diciembre de 2008
CXXXVIII
sábado, 27 de diciembre de 2008
CXXXV
viernes, 26 de diciembre de 2008
CXXXIV
jueves, 25 de diciembre de 2008
CXXXII
miércoles, 24 de diciembre de 2008
CXXXI
martes, 23 de diciembre de 2008
CXXIX
Había ya olvidado lo que era tomarse el tiempo. Hacer una pausa en los engranajes que funcionan en su cabeza para permitirse un respiro aliviado, una cuota de tranquilidad. Volvían a hacerse presentes esos cafés reflexivos de madrugada, ese jazz que barría con sus escobillas a todos los males y acompañaba con sus vientos a cada uno de sus pensamientos, hasta que encontrasen la palabra justa donde mecerse y descansar. Tal vez la falta de sueño y el aburrimiento lo hayan llevado a elegir el día para sentarse nuevamente y pensar más allá de las horas, más allá de los motivos y razones en esta devastadora progresión infinita que es nuestro existir. O tal vez, como tantas otras veces, se sintió agobiado por la realidad, por las supuestas tautologías que adopta la sociedad moderna en pos de una vida más redituable, en todo sentido. Quizás el amor esta vez fue muy fuerte para el, lo que hizo que sea también casi inmanejable, su miedo a perder. O hasta podría ser cierto que ese día se haya visto inserto en un mercado oscuro del que nunca quiso formar parte (del que aún no quiere formar parte), viéndose representado desde ahora y hacia todos, tan sólo como números. Y por eso es que no le gustaba la matemática. Porque los números no eran lo suyo, porque ponía a la persona antes de la cifra, o al sentimiento antes que la cantidad. Y los resultados al fin y al cabo, no serían congruentes con una operación aritmética, así como tampoco sería la práctica congruente a la teoría, más allá del nivel de pragmatismo con el que se la aplique. Porque es así, los seres humanos tenemos nuestras falencias y defectos, y el lo sabía muy bien. Toda aplicación matemática que remplazare una interacción humana y personal, concluiría irremediablemente en la decadencia.
La experiencia de viejos sabios y otros que no tanto le mostraron un camino por el cual sus pares caminaban, agolpándose. Ancho e interminable camino, que hace una inconmensurable cantidad de tiempo venía siendo pisado por las suelas de incontables zapatos rotos y descosidos (análogos mortales). Y creo que por su vagancia o por la necesidad de no estar apretado es que eligió otro camino (si, creo que fue eso, pero no puedo recordar con exactitud, tal vez no esté en lo correcto y pido perdón si así lo fuere). Eligió un camino mucho más estrecho, mucho menos concurrido pero con el viento en contra y lleno de baches y obstáculos que dificultaban el andar. Decididamente no quería resignarse a los peajes que había que pagar en la otra vía. Esas cuotas de resignación, traición, falta de reconocimiento y valorización hacia el prójimo, las relaciones de compromiso, los amores inconsistentes que construían sus cimientos sobre la necesidad de las partes de no quedarse solos. Y el no las iba a pagar, no porque no trajera dinero, sino porque siempre elegía comprar cosas con valor de reventa, y no esas chatarras oxidadas, repetidas y sin contenido que la sociedad tenía para ofrecerle; no vaya a ser que un día quiera revender su amor o sus amistades y nadie las quiera comprar.
Le resultó tan tortuosa su elección, que mil y una veces se maldijo e incluso consideró volver atrás para retomar el camino de la mediocridad. Es que ya no soportaba ese viento que cada vez se hacía más fuerte y defenestraba toda idea cargada de originalidad, lucha o buena voluntad de su cabeza; ese viento que no lo dejaba avanzar y quería encarrilarlo por el camino “correcto”, martillando con frustraciones y dificultades como si se tratase de una tortura china que jamás habría de acabarse, sino junto a su andar.
Muy cerca estuvo esta vez de abandonar sus valores éticos y morales, de entrar en la máquina moldeadora y salir como un ente totalmente corrupto por bases ajenas e insensatas, pero no les iba a resultar tan fácil. Prefirió un grito ahogado junto a un Sarmiento que pasaba a toda velocidad por la estación Caballito, y en su fugaz rumbo al oeste no se pudo deleitar con todo lo que salía de la boca de aquel. Porque el grito no fue sólo un grito, fue mucho más. Fue una proclama de valores, una constitución interna vomitada, un aullido de lobo cansado pero siempre listo para volver a atacar, una paloma que había sido liberada para volar en paz por sobre las pequeñas cabecitas de esa rama mamífera, conformista y pusilánime que demuestra ser el ser humano...
Entonces volvió a valorar el tiempo, su tiempo. No el de nadie más, sino el suyo, propio, que a veces, era necesario dejar de lado para sentarse a escribir en tercera persona alguna que otra fantasía que el café y el jazz, lo hayan llevado a imaginar.
lunes, 22 de diciembre de 2008
CXXVIII
domingo, 21 de diciembre de 2008
CXXVII
sábado, 20 de diciembre de 2008
CXXV
viernes, 19 de diciembre de 2008
CXXIII
martes, 16 de diciembre de 2008
CXXII
“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra con la injusticia , sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás…”
CXXI
lunes, 15 de diciembre de 2008
CXX
viernes, 12 de diciembre de 2008
CXIX
CXVIII
Vean el ejemplo de un contacto mío que me exasperó por lo radicalmente extenso de la espera que lo aguarda (si no ven, dice "773Días"):
jueves, 11 de diciembre de 2008
CXVII
miércoles, 10 de diciembre de 2008
CXVI
Quiero compartir con ustedes las hasta ahora cuatro piezas de la campaña "El verano te encuentra", que Young & Rubicam realizó para Cervecería y Maltería Quilmes. De las últimas campañas que vi esta me parece una de las más acertadas, tanto por el concepto como por la viralidad que puede llegar a alcanzar esencialmente en los principales centros turísticos argentinos. Imaginen los paradores de Mar Azul reproduciendo a todo volumen "No hay casino ni bingo en Mar Azul", los de Gesell haciendo lo propio con "con este truco ayer la rompí"... ¡Increíble!
En fin, los dejo con las piezas ya conocidas y el estreno de "Villa Gesell" que sale al aire hoy a la noche.
¡Que los disfruten!
martes, 9 de diciembre de 2008
CXV
No quiero escribir. No quiero leer lo que escribo ni pensar en eufemismos pelotudos para decir lo que tenga que decir, que honestamente, es bien poco. Me encanta, pongo Floyd y todo se vuelve tan liviano... flota. Incluso mi estabilidad sensorial y mental. Los colores se mezclan y escribo con los ojos cerrados en la nube de magia que es el segundo solo de Gilmour de Comfortably Numb. Espero estar pegándole a la tecla correcta porque sino todo sería un desastre y ustedes no entenderían nada. ¿Importa? Si de todas maneras quizás no entienden nada, igual que yo, igual que todos... Los ojos blancos, la euforia pasada, el éxtasis de aterrizarse en un vuelo. Los gusanos... ¡¡LOS GUSANOS!! Váyanse, vuelvan, salgan, entren, ¡Hijos de puta! ¡Los amo! Llega el final y me cago en las circunstancias. Acá soy Dios, yo mando. Un botón y empezás de vuelta, donde yo quiero, como yo quiero. Si, no quiero escribir... Hoy no.
domingo, 7 de diciembre de 2008
CXIV
sábado, 6 de diciembre de 2008
CXIII
jueves, 4 de diciembre de 2008
CXII
"Buscada" de Laura Giussani es un libro atrapante, porque es más que un libro. Son jirones de una realidad histórica, arrancados de la memoria y plasmado ante nuestros ojos para siempre.
Mi percepción, aquí:
Este libro me devolvió el hambre literario. Venía aletargado y desperté. Días me bastaron para meterme en la más mágica urdimbre cultural e histórica Argentina. Sentir el espíritu de Lili hacerse carne. Sentir una eterna juventud que no tiene por qué acabarse. Militancia constante, incluso en su trabajo, en su intimidad. Eso la hizo única. Eso nos transmite y nos hace creer. La Lili que supo ser Pepa, es la que algunos soñadores vemos enaltecida por su pureza. La que nos devuelve la vehemencia intransigente, incluso cuando tenemos el culo cómodo y calentito en algún caserón de la calle Conesa.