sábado, 30 de agosto de 2008
XX
De tanto hablar de él en mi segundo despertar, me fui hundiendo (cada vez más de lleno) en mi enorme tarro de mierda. No creo que la búsqueda de la verdad sea tan oscura e irramediablemente amarga, sola y ausente. O al menos hasta ahora no lo creía. La demonización de la banalidad, de las palabras vacías, de los "amores" regalados, de los vendidos y, peor aún, de aquellos compromisos que se rompen en falta de la verdad, no tienen sentido si el resultado es tan insulzo. Cada acto debería existir sólo en pos de su inmaculada concepción. Pero a pesar de ésto no se refleja un buen vivir. Tal vez el no estar feliz sea estar acercándonos a la verdad, ya que se demuestra tan injusta, tan catastrófica. Espero ver más claro para dejar de equivocarme. Si es esa búsqueda de la verdad la que lleve a algo, o si, por otro lado, nos bloquea de sentimientos hermosos como la amistad, las experiencias nuevas, las vivencias compartidas.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
21:48
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