lunes, 4 de agosto de 2008

III

Con el cortado por la mitad y un rostro desdibujado, más allá de la añoranza de sus ojos, Amaro apiña cruces, sobre su lomo cansado. El Balón seduce a la nostalgia con suspiros húmedos de recuerdo, y convierte así al cruce de Avenida Gaona y Bolivia, en una peligrosa y cautivante encrucijada. De bandera blanca en mano y cortado sobre la mesa, Amaro se rindió a su eterna y vieja juventud; esa que lo ha dejado acobardado como un pájaro sin luz. Y entre los vestigios del ayer, cabizbajo y cosiendo los paños rotos del recuerdo, miró por la ventana y se encontró con la muerte.

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