Había una vez, un señor con mucha suerte. Inició un negocio y le fue muy bien; tuvo millones de dólares (que aún no quiso gastar). Una noche, con las monedas justas para el colectivo, decidió ahorrarse unos centavos revistiendo su casa con un material totalmente inadecuado, para no tener que deambular por esta bendita ciudad mendigando por dos moneditas de cambio; ¡ya saben como es Buenos Aires!.
Otra noche, la anteúltima de 2004, algo salió mal con los invitados , y el anfitrión optó por jugar a las escondidas un ratito con sus amigos, los policías.
-¡PICA OMAR!- gritó uno de ellos, y se lo llevó en un auto hermoso, con destellantes luces azules y sonidos esplendorosos, a un loft un poco raro. Sus paredes eran frías y tenía barras de hierro en la puerta. Creo que lo hizo para que no vuelva a esconderse, y así ganar el juego.
Un tiempito después, una doncella cautivante, de inigualable belleza, que suele andar con los ojos vendados y una balanza en la mano, decidió que ese juego se había terminado y que el señor tendría libre albedrío para ganar los juegos que quisiera.
Sintiéndose triunfante, se acercaba el momento de la verdad. Un jurado majestuoso escogería al ganador del juego. Pero una perspicaz joven sabía que Omar había hecho trampa.
¡No creerán su suerte! La joven murió hoy por causas desconocidas en el Hospital Fernández, a sólo 12 días de saber quién resultaría ganador.
¿No es, este tipo, alguien con muchísima suerte?
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La nota:
http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=8722
Clarín y Nación no lo publicaron. Crítica, lentamente lo va dejando en el olvido...
Como todo, como siempre.
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