miércoles, 12 de noviembre de 2008

XCII

Hanna Jones, es una nena británica de 13 años que quiso ver, y al abrir los ojos no se encandiló. A los 5 años de vida le detectaron leucemia, y como consecuencia de las medicaciones, su corazón se debilitó. Hoy, necesita un transplante de corazón para poder seguir viviendo. Hoy, elige no hacerlo.

Más allá de que la noticia periodística sea que "la dejan morir con dignidad", creo que el trasfondo antagónico entre los principales enemigos del hombre (la muerte o la mala calidad de vida) tiene, de una vez por todas, un feliz desenlace.

Como un gato único muriendo en su ley, como un perro santo enfrentando la muerte pero no por la muerte en sí misma, sino por su pulsión vital y compañera que lo caracterizó. Así, Hanna quiere dar un paso para la débil e inconciente especie humana. Quiere enseñarnos que, como dijo Patch, "no se trata de retrasar la muerte, sino de mejorar la calidad de vida".

Gracias Hanna, por ser un regalo a la vida.

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