martes, 4 de noviembre de 2008
LXXXIII
Los invito a escuchar, y luego leer. Espero tengan el tiempo y las ganas de hacerlo. Para que puedan inmiscuírse en la nada de las palabras. Para que comprendan lo superfluo del decir, y entren en una comunión anestesiante con el sentir. Un infinito espectro sonoro que desdibuje los límites de la potencialidad. La amplitud. Floydean. No me digan que no es el Gilmour de Pulse, quien se esconde tras un cuerpo curvilíneo y fiel, creativo y permisivo, que se deja mimar por un ejecutante minucioso y espiritualmente superado. Díganme que no velan por su alma, en vísperas de un regreso. Clamen por recuperarla. ¡Griten! Háganlo mientras ella, solitaria y saltarina como una niña inocente en primavera, danza airosa around the moon. ¡Ámenla! Ámense a ustedes mismos, aunque sólo puedan ver los gusanos salir de su interior. Si no la dejan ir, ¿cómo podrán encontrarla? Feelings, intensos y oscuros que se inyectan en nuestras venas como la heroína de un nuevo día. Me permito alucinar... y también se los permito. Cierren los ojos, y vean. Dejen de pensar, para entender. Dejen de hablar, para decir más que con mil palabras.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
2:04
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