Con toda paciencia, la noche iba
tejiendo a su lado. Con todo
el amor, la noche crecía sobre su trama, sin
rencores. Éramos
así los dueños del fuego
del amor; los privilegiados,
los niños, los condenados a morir
con las espaldas
descubiertas. Asesinos de la historia
que no llega a su debido
tiempo, que acarician
profetas y temblorosos. Dardos.
Espejos
Paco Urondo
Estaba en un estado
de ánimo sentimental; estuve
sonámbulo. Alcohólico, desierto,
fugitivo y
tropecé con la cara de tu sonrisa
que ocultaba
la cara de tu rabioso dolor.
Addio (fragmento)
Paco Urondo
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