lunes, 23 de marzo de 2009

CCXVII

Este fin de semana la lluvia fue amenaza constante, desde el horizonte hasta los más diversos pronósticos meteorológicos. Sin embargo, las aceras porteñas no recibieron una sóla gota de agua para lavarse las penas. El sol del sábado al mediodía fue marco ideal para un asado entre desconocidos; las nubes vespertinas amenizaron mi lectura en la pileta. Ella se televizaba y yo bajaba corriendo, mojando todo rincón de mi casa con agua de pelopincho, caprichoso e insistente, asemejando una lluvia ausente. El domingo, la lluvia roja fue impetuosa, pero sólo bajando de un imponente escenario habitado por estrellas calvas, y precediendo una obertura sensorial para la más increíble relación padre, hijo. Aún así, y con el sol o las estrellas sobre mis pensamientos, todavía sigo esperando. Waiting fot the Sun.

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