lunes, 23 de febrero de 2009

CXCV

Este fin de semana me pasaron cosas muy intensas que quizás quieran ir explayándose y desarrollándose en los días consecuentes. Hoy renace vivencial, una caminata vespertina por la Calle 3 de Santa Teresita en la que mis ojos se iluminaron por la serenidad. Una muchachita desalineada sorteaba gente como si el tiempo estuviere ausente. Con Marley a viva voz en el iTunes, cruzó una esquina caótica donde un artesano golpeaba sin pudor ni estupor a un oficial de la municipalidad que acababa de hacerle quien sabe qué cosa. Y como si estuviese acostumbrada al hastío de estas situaciones, sólo atinó a taparase los oídos y seguir caminando hacia su destino. Y así, en la simple fugacidad de ese encuentro, aprendí que a veces es mejor taparse los oídos, encarnar al niño que nunca dejamos morir, y seguir caminando firmes hacia nuestro destino.

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