jueves, 5 de febrero de 2009

CLXXIX

Hasta Soulé se sorprendió por lo irrevocablemente perecedero de cada una de sus cosas. Decidió vivir el presente. Lo que nunca pensó, era la amplia contradicción que se estaba suscitando al momento en que tomó papel, birome, y comenzó a escribir uno de los temas más populares de Vox Dei. Y si se encarnó esa ambigüedad, fue por el afán de inmortalizar en una canción, lo más efímero de los momentos vividos. Porque eso es lo mágico de las palabras. Su poder divino de otorgar la inmortalidad.

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