martes, 17 de febrero de 2009

CXCI

Quizás mirar al mundo por una ventanita no sea tan terrible como parece. El trístemente célebre -o célebremente triste- Juan Pablo Castel supo hacerlo y tuvo, en esencia, los mismos resultados que cualquier ser humano. Nacimiento y descubrimiento, frustración, alegría, altibajos, sonrisas, llanto, muertes y renacimientos, y un último y físico desfallecimiento. Elegimos, instante tras instante, entre una dicotomía tan simple como esencial. La de seguir viendo pasar la vida por la ventana o bajar al carnaval que constantemente se suscita en las calles de un festivo y sonriente estoicismo. Al fin y al cabo los hechos serán similares, pero nuestra sonrisa puede empezar a ser más barata y nuestra angustia más recóndita. Ya lo dijo Solari, salí del letargo, vení a desfilar.

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