sábado, 23 de enero de 2010

CDIXL: Los setenta

Los setenta tienen ese no se qué, esa textura tan ríspida que lastima. Son algo así como los besos de Judas con lengua de gato, darle un instante es dejarlo marcharse y vencer el cariño a tus espaldas. Montado a la baranda, las noticias titulan “gato suicida salta de un balcón”, mientras se relame el vientre en el aire, a un desliz, una caricia, de todo aquello. Salta al balcón del vecino y el beso Iscariote se anega en el pasado, que no se imprime ya en su recuerdo etéreo. Y el 2010 se ve tan lejano, con sus bases de datos y empirismos inscriptos en las memorias inextinguibles de sus ordenadores, que la traición pierde su encanto. Los setenta lamen el culo del gato vecino. Su reacción: las garras filosas y los pelos erectos en su lomo. Pero vuelve a saltar, como si nada. Y todas las garras, y todos los pelos -y hasta los dientes que no percibimos-, nunca existieron. Como la vuelta a casa, la aspereza de su cariño y la leche para el gatito.

No hay comentarios: