miércoles, 21 de octubre de 2009

CCCLIII: Fairies

Pobre monjita detenida, pobre Sor Presa (chistonto para arrancar... ideal), si se arrebata su virginidad de sospecha, su cualidad de inesperada y perfecta. Ideal, como no podía ser de otro modo. Sorpresivas las matutinas letras que visitaron bandejas de entrada oxidadas por la falta de cariño; mágico el encuentro. Allí, deslizando la respuesta en el buque que cala el corazón como sólo los recuerdos calan la memoria. Y ella allí, gritando, corriendo, con su carta inmediata casi estratégicamente preparada, dispuesta a romper la formalidad de la palabra para dejarse llevar por el encuentro. Noche inefable, lectura minusciosa, perro fiel junto a mis pies y la verdad evaporándose en el aire. Porque siempre hay algo más, y ese algo más quiso tener la voz que el silencio no calló. Quiso hablar y habló. Y más que hablar, llenó mi corazón de certezas esta vez, más no de interrogantes como otras veces (como temíamos sin saberlo). Habló cuando Ismael volvió a declarar su manifiesto a mi sistema nervioso, tensándolo de historias pasadas y finales, de ventanas e historias de amor. Libre de las sogas a las que siempre le huyó, sigo creyendo en las hadas. Confiándole sin palabras esta vez que el toque ilusionista fue mutuo, sentido y verdadero. Crossroads una vez más. Respuestas que llegan solas, inesperadas. Y cada vez más lecciones de vida, aprendiendo que soy tanto o más inocente que un recién nacido. I do believe in fairies. You're a fairy. I believe. I believe in you.

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