sábado, 24 de octubre de 2009
CCCLVII: Crepúsculo impío de un nunca más
¿Cuándo llegará el tiempo oportuno para el letargo eterno; cuándo cesará la agonía? ¿Cuándo el aire estallará en plumas blancas; cuándo la vida en flores negras? La lágrima sobre la baranda del puente acaricia sutil la mejilla del desencuentro. Mis manos aprietan. La orquesta resuena. Pandora aguarda en el Olimpo que tome coraje y me acerque a sus brazos, que no son más que continuidad de los míos. Barcos perdidos como el vestigio de un futuro incierto, anáfora del desgarro de un corazón. El llanto. El hoy. Mañana.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
23:30
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