sábado, 8 de agosto de 2009

CCXCVIII: Living loving maid

Aquella que visualizó imágenes etéreas de inmortalidad amorfa, se amoldó a preceptos ajenos, quizás míos, quizás... quién sabe: los monstruos! Autoproclamándose "mujer de mi vida" -sin margen de error- se lamentaba por la pobre y dulce chica del 39, víctima de nuestros proyectados encuentros reiterados, pasionales; efímeros éxtasis de humanidad. Hoy, lejos, aislada, en plena concreción de sus aventuras soñadas, de casi todas. Naufragando entre mis errores y los suyos, no viviéndonos mutuamente. Ya no despertando con sus cabellos del color del trigo, que se agitan con el viento y vuelven a mis tierras, aferrándose a mi cuerpo entre las sábanas como los vívidos vestigios de las noches compartidas. 

1 comentario:

Mauro Fernández dijo...

En la búsqueda de un pedazo más de vida, me encotré con la muerte...