domingo, 16 de agosto de 2009

CCCVI: Mirada, fusil

Ayer caló el amor la periferia de mis latidos. Vagos segundos, la justa mirada en la instantaneidad de un vaso equilibrista, la manzana prohibida y el adiós. Las bombas no lanzadas, banderas blancas de temblorosa timidez. La ilusión de lo que pudo haber sido de haber cometido otros errores. Y las puertas que nunca se abrieron, eternamente selladas. Qué fácil es enamorarse, lo que mata es el olvido. Destinos.

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