domingo, 30 de agosto de 2009

CCCXIV: Como dos extraños



Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de ti.
¡Qué ganas tuve de llorar
sintiendo junto a mí
la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer.
Me lo pedía el corazón
y entonces te busqué
creyéndote mi salvación...

Y ahora que estoy frente a ti
parecemos, ya ves, dos extraños.
Lección que por fin aprendí:
¡cómo cambian las cosas los años!
Angustia de saber muertas ya
la ilusión y la fe.
Perdón si me ves lagrimear,
¡los recuerdos me han hecho mal!

Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar.
Fue tan distinto nuestro amor
y duele comprobar
que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer...

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