martes, 14 de abril de 2009
CCXXXIV: Impresiones de Santa Rosa, La Pampa (II)
Me es inminente la responsabilidad de una confesión: les he mentido descaradamente. En efecto, quizás no califique como "mentira" ya que lo expuesto era un ilusorio acontecimiento futuro y mi desfachatez para con la realización del mismo. Sí, dudé. Y dudé excesivamente. No es que temiera por algún monstruo fabulesco ni por nada que se le parezca. La raíz de mi duda, su núcleo, fue la pavorosa sensación de ser el único. Y aunque de todos modos terminé siendo el único de mi especie, tirándome de cabeza y nadando por la laguna pampeana, fue aquel inocente y aventurero labrador, que perseguía una botella vieja como quien persigue a la utopía vívida del misterio humano, quien me dio el coraje para lanzarme en ese vuelo.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
9:30
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