lunes, 6 de abril de 2009

CCXXIX: Instrucciones para leer un libro o escribir el propio

Lame suavemente la yema de tus dedos. Acaricia con dulzura celestial, el dócil y siempre filoso vértice inferior de la página. Acompaña con lealtad incomparable, el viaje que esa pequeña hojita emprende por tu gracia, hacia el olvido y su condena. Recuéstala como acostarías un ángel del que hoy eres anfitrión. Tómala con firmeza con tu pulgar, presiónala fuertemente, y pese a su insistencia por reencontrarse contigo o tu necesidad de volver a contemplar su belleza, déjala atrás. Sólo así podrás seguir leyendo. Sólo así podrás seguir viviendo.

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