lunes, 17 de mayo de 2010
DXXXV: Caprichos
Caprichos de querer, de saber y de creer. Caprichos que se ahogan en la copa rota del amanecer. Trastabillo y sigo jugando al equilibrista en el cordón; all in, todo o nada. Mi equilibrio es la oscilación incesante entre los extremos. Balance del lance y la precaución. De jugármela toda, ponerme la camiseta y sentir la carne al rojo vivo; o, por el contrario, de esconder la cabeza, silenciar todo sentir y jugar a las apariencias. No existen intermedios entre el ser y el parecer. Intento, trato que existan, porque sé que no es más que un instante de la vasta existencia. Y sé que reflejado el espejo del tiempo, podría verlo tan ínfimo y ridículo que no merece la pena la preocupación. Caprichos de un ser medio inerte, medio pasional, que camina entre las sombras y se tropieza encandilado por la luz del alba. Soy caprichoso, banqueselá!
Publicado por
Mauro Fernández
a las
21:29
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