miércoles, 12 de mayo de 2010
DXXXII: Peregrino de libertad
Caminando el país uno se encuentra soñando despierto. La polvareda que levanta una F100 roja y cobarde, el acordeón desafinado de un chamamé perfecto en pleno Yaguareté Corá, o el frío incesante de una carpa erigida y constituída por puras proezas. Las palabras saben hacer de catástrofe natural si se lo proponen, haciendo temblar el país de tus inciertas y vanas certezas. La charla con Majo, clave. El mensaje masivo ha muerto. La guerra de guerrillas, armada o no, actúa con conocimiento de campo. El trabajo de Emilio, el compromiso de todos. La magia de conocer y poder. Y saber. Y saber que podés hacer. Y en la otra cara, el Sur y sus mecedoras. Su abrazo al gris anciano que habita en mí y tanto lo difruta. La soledad jubilatoria del exilio. Siento aún al Norte que queda por vivir, lo siento profundo en el pecho, más que una estúpida remera del Ché. Siento al Norte en la quietud. Todo el fulgor en ataraxia indescribible del no-momento que erige cada momento. Situaciones ciertas y descriptivas, sentimientos profundos e inenarrables. Activista eterno de mi Norte. Guerrillero del amor. Peregrino de libertad.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
2:13
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