martes, 4 de mayo de 2010

DXXIX: Asesino

Tengo la foto de un asesino justo debajo de mi foto de perfil. La tengo junto a un escudo de Racing que poco dice de mí, y una foto de Urondo -¿otro asesino?-, que es fin y medios, esencialmente literarios; pero quien dice pluma dice fusil. Asesinar, matar a alguien con premeditación, alevosía, etcétera; Real Academia Española. Asesinar entonces es, en ciertos casos, un acto de dignidad y de honestidad. Alzar el fusil con determinación contra el cráneo de la mentira erigida sobre unas botas de cuero o unos zapatos de gamuza, puede ser una de las mayores verdades de nuestra existencia. La muerte, por sí misma, es la única certeza y es parte del juego que nos tocó jugar mientras el sueño durase. Un sueño rebosante de ideas, sentimientos, dibujos, juegos, amores, abrazos, lágrimas y sonrisas. Y sobre todo, lleno de errores. ¿Apostó por la vida entonces, aquel asesino barbado y de mirada infranqueable? No lo creo. Porque creo que priorizó la verdad, la dignidad y la calidad de vida, antes que una mera subsistencia insustancial. Creo que le abrió la puerta al error y al juicio ajeno, al elegir hacer y no mirar. Otros, tantos otros, cometen la torpeza de creer que jamás se equivocaron, por ser cómplices y pasivos en una orgía colosal que se les desdibuja en la mirada perdida. Y esos juzgan. Todos juzgamos. Todos creemos ser "dueños". Todos deberíamos callar y hacer un poco más. Equivocarnos sin miedo. Confiar en el impulso vital de nuestro corazón. Sepan que esa imagen que hoy aparece a iluminar la columna lateral de Egosincracia, no está ahí porque quede linda la foto de Korda, o porque me posicione como ícono de nada. Sepan que esa imagen está ahí porque comparto y porque creo. Porque la cara blanca que casi se apoya sobre su boina, puede cometer los mismos errores que él si así lo siente.

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