miércoles, 23 de septiembre de 2009

CCCXXXIII: Dadá!

Quiero arte capaz de anestesiar el asco. ASCO. La pudredumbre oxidada, el ollín descansando sobre telas que huelen a flores negras, el pútrido revoltijo de estómago al mirar a la cara a la realidad. El desvarío de las luces rojas como jirones de existencia que inscriban, al menos, la ilusión de la no existencia. La vanguardia, el ruido. Dadá! Tzara y sus nihilistas arrancando del letargo sociedades hipócritas, al arte de lo establecido. Un vómito en la cara de Dios. Una cruz en su frente cansada. Un legado tan invisible como imborrable.

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