jueves, 3 de septiembre de 2009
CCCXVIII: Artes de seducción
Cuando es la vida misma el elíxir que seduce tus sentidos, la excitación que agita tu respiración, el deleite que da vuelta tus ojos; sólo entonces, podés sentirte vivo. Cuando todo es vacuo, ves el océano profundo que se esconde tras el iris de la divinidad. La magia. El encanto, -¡enchanté!- de verte elevado; inerme e infinito. Volando como ese niño que tocó el cielo al decir mamá. La palabra primera y el suspiro que antecede al punto final de los finales. Ahí, en esa nada, en ese universo, te ves flotando... Dejate llevar, que la vida succione tu sangre y te haga suya. Entregate a la prestidigitación vivencial de lo incierto.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
20:23
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