martes, 27 de septiembre de 2011

Enamorado



Hay cosas que no se dicen, otras que no se publican y tantas otras que ni se sienten. El amor y la pasión suelen ser dos sentimientos profundos que pueden cruzar cualquiera de esos estadíos -y siempre en los momentos más inesperados. Slavoj Zizek dice que el amor discrimina, es violento; por eso lo cito.

Hacia el mundo tengo sentimientos encontrados, pero generalmente, como dice Slavoj, es una especie de odio, de aversión. Pero sí, creo ir un poco más profundo en mí mismo -no me atrevo a decir que voy más profundo que Zizek, "en general"-. Creo que la génesis termina siendo, nos guste o no, un amor estúpido por la esfera habitada de seres despreciables, pero vivos; y como tales -como pares-, nos generan empatía y los amamos.

Ese amor idiota es el que nos hace ver la demencia y aborrecerla. Nos da asco -aunque ahora esté casi prohibido usar esa palabra- que el mundo sea tan, pero tan hijo de puta. Pero no es el mundo; somos los hombres, los pares. No los otros, los nosotros.

Allí es que del amor nace el odio, por hacernos tanto daño entre hermanos; por ser una especie suicida y ensimismada en un mundo inexistente que imaginamos en planos simbólicos, y al que otorgamos lugares impensados para toda lógica natural, para todo orden de cosas.

Más allá del mundo, del hombre y del asco, cada día elijo un ser humano de esa madeja horrible de la que sólo se destacan unos pocos hilos que nos acompañan en el camino. Esa mujer me permite decir, con pura violencia, soberbia y discriminancia que estoy enamorado. Que la quiero siempre. Que por semejanza da también al mundo otros colores, a sus cuerpos otras formas, y al dolor lo intensifica -porque hace también más intensa la belleza-.

Un ser solitario, un lobo de estepa que anda con las patas enlodadas y mirando de reojo al ser humano que lo amenaza con su presencia. El hombre estúpido siquiera anda el bosque porque teme a la fiera hambrienta.

Los tórtolos se cogen sin paz en medio del triste pantano.

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