Adaptarse a los cambios -de eso se trata-. Amaro caminaba por una calle lluviosa que lo empapaba de nuevos aires y de alguna proeza inalcanzable. Essex Road parecía cada vez más lejana aunque estuviese ahí quieta e inmóvil, segundos después de la iglesia. Él se ahogaba, mientras tanto, en su vaso de agua soñando algún nuevo imposible. El tren pasaría a horario, el guarda estaría en su sitio. La noche caería, inexorable. Lo único impredecible era la lluvia, y el camino de sus pensamientos.
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Soda Stereo | La Ciudad de la Furia
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