jueves, 13 de octubre de 2011

Elección a distancia | 3/5


Viene de acá.
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La batalla por los Derechos Humanos olvidados en los setenta. Juicios, algunos mal hechos, encarcelamientos prematuros sin conocer causas –no todo milico fue un hijo de puta, como no todo monto fue un utópico ético y férreo defensor de los intereses nacionales-; pero sí, un atisbo de justicia y de derechos humanos que parecía haber quedado perdido en un pasado lamentable. Heridas comenzaban a cerrar. Ley de Salud Mental, Ley de Matrimonio Igualitario, leyes. No todo fueron decretos como se empeñan a decir algunos. Leyes, y de las importantes. Si no te parecen trascendentales, no estarás muy loco ni serás tan puto.

Bendinni baja el cuadro de Videla, por orden de Kirchner.

La batalla al campo. Era necesario entender la necesidad de no favorecer sólo a un sector que era de los más beneficiados en la exportación agrícola y aumentar sus retenciones para beneficiar al país entero, poniendo así, casi sin querer, una traba a la expansión de la frontera agropecuaria. 125 en el Parlamento, cacerolas en las esquinas más conchetas. Empate sobre la hora. El vicepresidente y su traición: el radicalismo dice “no positivo”. ¿Batalla perdida? El tema se instaló.

La batalla a las corporaciones. La re-estatización de Aerolíneas Argentinas, de las AFJP, las prepagas, una fortificación del Estado absoluta. El Fútbol para todos, llevando el deporte popular a la televisión de todos los argentinos -y siendo el gobierno de turno su único auspiciante, claro está-. La asignación universal por hijo, el intento de dar al que no tiene nada, al menos, para que cubra parte de sus necesidades básicas.

Afiches vestían Buenos Aires contra la empresa de Noble.
La batalla a Clarín. El mejor ejemplo para entender la noción de “monopolio”. Estrategia pura. Ley de Medios -no hay Cobos de por medio, esta sí sale- con amparos presentados y vigentes hasta hoy. Todos hablan de “monopolio”, de diversidad de información. No podés creerle a Spolsky ni a Magnetto, no sabés qué leer, pero al menos sabés qué no hay que leer, y no comprás sin cuestionar. Las ventas de Clarín bajan notablemente, y siguen camino al suelo -o al infierno, a reencontrarse con viejos amigos-.

La batalla por Latinoamérica. El impulso de Néstor Kirchner para la formación de la UNASUR, y su presidencia durante el primer período de ésta, hasta su muerte el 27 de octubre de 2010. Una Ley de Tierras que pretende preservar nuestros recursos de la dilapidación en manos extranjeras –no los protege, sólo los deja en pocas manos, más cercanas, pero se celebra un avance hacia la nacionalización de los recursos-.

Batallas, batallas y más batallas. Hasta volvemos a entrar en la batalla contra el Reino Unido, para que nos devuelvan unas Malvinas que territorialmente son nuestras, que fueron saqueadas, pero que si vuelven, no hablaríamos ya de Democracia sino de gobernabilidad feudo-territorial  –sino pregúntenles a los kelpers, como dice un conservativo y reacio Cameron-. 

Se leen mal esas batallas, muchas veces hacen mal –nos hacen mal-, pero muchas otras son necesarias tomas de conciencia para llevar temas clave para la evolución de este territorio preso de sus fronteras a la boca de todos, a la mesa de doña Rosa. Al escritorio de Antonio en la multinacional que me invento que trabaja.

Frondizi y Castro pasada la reunión con Guevara en 1961.
Recuperación industrial, construcción de viviendas en el interior, recuperación del “orgullo” nacionalista berreta que sabemos que no conduce a ningún lado, pero a los argentinos nos encanta. El de ponernos la diez en la espalda, sentirnos Maradona y putear a quien juege en contra. El internacionalismo no es bien entendido en este país, aunque idolatremos a un Guevara que lo único que hizo en nuestra tierra fue formarse, jugar al rugby y pedir ayuda. O ni siquiera: a Perón lo agarró en Madrid y a Frondizi en Montevideo, pero al menos después se clavó un asadito en Olivos.

Crecimiento indiscutido. La economía crece mientras el mundo cae, la demanda energética se lleva todo por delante, y el modelo empieza a mostrar la hilacha de a poco. ¿Cómo llegó a este punto? ¿Cómo sostener ese desarrollismo que levanta como bandera? ¿Qué hacer con ese productivismo supuestamente ilimitado que predicamos?

Antonio me cree un militante férreo. Pero le estoy describiendo lo que recuerdo, ni más ni menos –nunca menos-, aunque faltaban minutos para que me mire desconcertado cuando le intente esbozar mi noción de lo que ese “modelo” en realidad es.

Un modelo de centro, lejos de la izquierda, lejos también de la derecha neofascista de Macri -aunque no es tan difícil estar lejos de ese lugar sin ser un nietzscheano burgués asustado-. Un modelo que se sostiene a base de inversiones multimillonarias de corporaciones extranjeras para extraer nuestros preciosos recursos naturales con la connivencia criminal de los caudillos provinciales que responden orgánicamente a una cúpula estratégica que sale impoluta de los sucios negocios de su fuente de subsistencia.

Explosiones en mina Bajo de La Alumbrera en Catamarca.
Fuente: Traslasierra Despierta

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Esta historia es publicada en cinco "capítulos". 
Ver Capítulo 1/5.
Capítulo 3/5

2 comentarios:

Mandi dijo...

Me desconcierta la "bipolaridad" en las descripciones (¿o la dialéctica? odio decir esa palabra porque está moooy de moda), pero me divierte la lectura, hasta me da intriga cómo sigue. Me siento mirando una de suspenso. Saludos Maurito.

Mauro Fernández dijo...

A mi me encanta, a la vez que me desconcierta. Me fui de vacaciones, casi fugazmente, y no pude subir el resto. Ira todo junto el sabado, si llego!

Que cortamambos que soy...
Abrazo.