Hay que sentir más. Hace un rato me brotaba poesía, escupía los versos más dulces esta noche; ya no. Ahora la simpleza de no querer un ser detenido (el pare-ser), sino uno en constante movimiento. Allá ando, lejitos y moviéndome. No quiero amordazar la profundidad con el silencioso genocidio del confort o el aburrimiento. Quiero que el culo me ande con moscas. Quiero la playa desnuda y el mundo, uno nuevo. Los llantos, rebelándose a las pestañas y saltando al mundo como la gota aplastada de Julio -e imprescriptiblemente de sí misma-. De París, ya escribiré. Allí nació mucho de todo estó -o volvió a vivir, a decir verdad-.
Nous embrasions l instant; l'infinit commence au jour d'hui.
Montmartre, París. Septiembre 2011
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