sábado, 31 de julio de 2010
DLXV: Dos años de mí mismo
Dos años de constancia, de palabras nuevas y repetidas. En estos dos años me encontré un poco más conmigo mismo, en ámbitos impensados, haciendo un poco más público algún que otro sentimiento, buscando empatía en el mundo de lo desconocido. En dos años, muchas son las historias que se escribieron en estas páginas. Amores, olvidos, nacimientos, muertes, planes y sorpresas, letargo y revolución. Una lectura de punta a punta, no sería otra cosa más que la evidencia práctica bajo el tamiz de la letra, que reafirma que todo pasa. Que todo empieza y termina, y vuelve a empezar. Y la historia es esférica y constante, circular y eterna como un mundo, nuestro mundo. Las letras pueden cambiar, los puntos y las comas, extinguirse. Pero la historia seguirá escribiéndose eternamente, siempre que abramos nuevos cuadernos, nos aventuremos a vencer el síndrome de la hoja en blanco sin que nos tiemble el pulso, y tracemos con firmeza su letra capital.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
20:26
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