viernes, 30 de julio de 2010

DLXIV: El Admirador

Ramiro admiraba todo aquello que su falta de voluntad no le permitía hacer propio. Miraba al mundo con un tenue dejo de ilusión, mientras hurgaba en sus bolsillos la pelusa del tiempo y el desuso. Vivía anclado a un pasado que el corazón y sus cicatrices, se empeñaban en recordarle. El gris retrovisor lo deleznaba constantemente a la extinción de toda epifanía, de algún nuevo paraíso perdido. Recordaba con persistencia el perfume de sus cabellos, uno a uno, sus abrazos, extasiándose en la dulce canción de sus suspiros junto a la almohada, las pestañas enredándose bajo el haz de un televisor en tercer plano. Siempre un extra en el film del mundo, y el rodaje indetenible. Pero claro, fiel testigo. Admirador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hice un tour por las últimas entradas que no había leído hasta ahora, y debo admitir que tus palabras son propensas a ser halagadas durante todo el tiempo que deseen vivir en mis recuerdos.
Seguramente no me pasa a mí sola.
Beso y abrazo Mau,
Viqui.

Mauro Fernández dijo...

Lindas palabras, lindo para un domingo a la noche de Ismael y caras largas.

Gracias, y que descanses.
Besos.