miércoles, 28 de julio de 2010

DLXII: Error vital

Pido disculpas de antemano, un perdón anticipado por los miedos que en tantas madrugadas me han asesinado bajo la caricia de la blanca luna, impregnando mañanas sobre el invierno hostil del ríspido empedrado porteño. Exclamo misericordia por los errores constantes, obsoletos o inmaculados, por todo aquello que siento fuera del mundo, tu mundo, y creo entender a mi favor. Te susurro sosiego y compasión al oído, si mi mano se le anima a tus piernas; si mis labios abrigan tu garganta hasta el crepúsculo. Rezo clemencia ante tu mirada escrutadora, tan cercana y certera, que reafirma mis ganas de volver a equivocarme. Me refugio en tus palabras que abrazan fuerte tristes párpados, en el verso diáfano e inconfundible de la compañía. De antemano me disculpo, del error de no extinguirme.

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