jueves, 9 de julio de 2009
CCLXXV: La traición de Wendy
Aquel néctar sutil del desdén que he ingerido involuntariamente en historias pasadas, enfermó a mi ser del virus de la ausencia y disipó lentamente cada una de mis ilusiones. Sabiéndome siempre marginado de historias fantásticas, hoy me siento el niño perdido agonizante ante la traición de Wendy y sus miedos. Débil y hermosa Wendy que abandonó la dulce utopía de existir, para zambullirse por completo en la reiteración de su pasado, en los musts de su historia pre-escrita. El sol negro que encandiló mi ventanal una tibia noche de octubre, hoy se esconde tras los edificios de una ciudad aletargada por el olvido. Aún así, Peter eligió seguir visitándola para oír sus cuentos, para seguir siendo los eternos niños perdidos del Parnaso. Quizás obvió que la traición de aquella que olvidó y eligió sobre el cimiento lodoso de la subordinación al tiempo y los corazones oscuros, no atentaba contra sí mismo, sino contra el amor en el que siempre habían confiado.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
4:00
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1 comentario:
O quizás, sólo quizás, el la haya amado tan intensamente, que está dispuesto a esperanzarse en que 2010 y Riobamba será la intersección perfecta con el destello que supo iluminar su año más oscuro. Ciego, pobre ciego...
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