Vacío y flotando inerme en las aguas del misterio, pataleo como un niño caprichoso sin saber siquiera en qué dirección se aventuran mis irreconocibles deseos, mis necesidad de volver a encontrarte. Buscando el alba en aquella dulce sonrisa, infectado por la peste de la inacción sensorial... No puedo seguir. No estás. No estoy.
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