sábado, 7 de agosto de 2010
DLXVIII: El Reino de las Soledades Andantes
Frágil, la memoria del caleidoscopio amalgama soledades en un idéntico plano temporal. Aquí y allá, hilvanados en el cronos de lo inalterable, recordándonos extintos pero aún vivos. Nuestro árbol bajo una intensa lluvia de verano, torbellinos de mi hojarasca en las primeras horas de tu septiembre. Reflejos solitarios del otro lado del espejo, verdades derrumbadas junto a los disparos de la memoria y el jazmín de tu paraíso. Despertares de una plaza, cómodos y congelados, que arremeten con vehemencia ante las dudas del zorzal. Cantan en lenguas extrañas, los dominios de las soledades andantes.
Publicado por
Mauro Fernández
a las
17:55
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