viernes, 13 de agosto de 2010

DLXIX: Elecciones indivisibles

"Mirarte en la frecuencia donde alcance que tiembles mi deseo sin que se devaste tu camino. Imposibilidades varias, la mía siempre es anterior. Renunciar para aparcarte el espacio en el que no renuncies, y mientras tanto aminorarme. ¿Dónde me traiciono más? Apropincuándome al respeto a que te sigas o silenciando lo que no quiero pedir. Pedir siempre se me hizo agua de exigencia, y eso no corre cuando tratamos sentidos, cuando lo que se da debe pasar o morir. Y en la mayoría de mis casos resulta que muero para no pasar así como un fantasma conformista y predador, que asume el riesgo de coartar una luz, una elección. Pero es que a veces –las más veces- acabo eligiendo no elegirte o no elegirlos, si asoma la posibilidad de que no puedas o no puedan hacerlo por sí mismos. Cómo si de mí dependiera fomentar sus ansias –las tuyas-, haciendo claroscuro de las propias. Debería seguirse conmigo en el camino, como si la opción de mi ausencia no existiera, no porque de hecho no exista sino porque sus vísceras gritan que no desean transitar sin mis sombras y mis colores."

Vos sabrás de dónde es...

1 comentario:

Mauro Fernández dijo...

La opción de tu ausencia, no existe. Que siempre -y hoy que es siempre, todavía-, tus luces y colores hagan del camino un paisaje inmenso, hilvanado por festivas filigranas, en el eterno carnaval de los cuerpos; nuestros cuerpos.